sábado, 31 de diciembre de 2011
El camino
De cómo mudar la piel sin perderse
Hace un año que cree este blog. El motivo principal era contar con un cuaderno de bitácora, un banco virtual donde sentarme a mirar y a aprender del camino que continuo compartiendo con mi compañera de de botas. Ahora sé que un camino no empieza con el primer paso que das, el camino se inicia en el momento en el que eres consciente de que estás caminando. Ese instante de lucidez para mí fue un regalo porque, sin buscarla, se me ofrecía la ocasión de intentar saber quién era, y porque lo pude vivir con la que, desde entonces, es mi compañera de rutas.
Y empezamos 2011, convencidas de que en septiembre ascenderíamos el Cebreiro y volverían a recibirnos los mismos ritmos celtas que nos bautizaron aquella noche en la que el cielo nos enseñó su mapa, una noche llena de estrellas que empezó hace diez años y de la que aún no he despertado.
Y hemos caminado, sí. A traves de rutas que no esperábamos. Algunas jornadas, breves, otras con tantos kilómetros por delante que parecían no tener fin. Senderos llanos y cómodos, ascensos duros, descensos engañosos, difíciles. Hemos pisado musgo fresco, pasto verde, pedregales, fango, hojarasca. Hemos atravesado valles, superado cañadas y siempre la una custodiando la sombra de la otra.
Este camino se señala en el mapa de las estrellas con el número 2011, recorrerlo me ha supuesto mudar la piel de la serpiente que soy. Así, avanzar sin despegarme del suelo, rozar la tierra siempre, mirando adelante. Bailar mi cascabel los días soleados y disfrutar, admirada, del color de las tormentas.
Mi piel perdida arratró otras pieles, brazos, manos. Se llevó susurros, sonrisas, miradas. He escuchado, en los desvelos del viento, su nombre confuso y borroso. He visto jaulas vacías, el vuelo de un enjambre de pájaros de papel, miles de fotos batiendo sus alas.
He vuelto del revés armarios y puertas, escondido los blancos ciegos, descubierto ventanas hasta llegar hasta aquí. Ahora despierto en un faro cada mañana, veo caer la tarde meciéndome en una terraza azul. Hay un delfín, en ese mar de ahí enfrente, que juega a tejerme una acuarela. Hay una palmera un poco más allá, hermosa y alta que baila y baila. Tengo una estrella, un pajarillo, un reloj imposible y un hermoso duende al que llamo sol, dos dragones vigilan el tesoro de este faro y una gata, meiga y hermosa, custodia la puerta.
Mañana seguiremos caminando, la senda está ahí delante, junto al banco desde el que ahora miro.
sábado, 17 de diciembre de 2011
ENTREVISTAS: A JAVIER CERCAS - El 23F, el primer golpe postmoderno
De cómo un escritor puede dignificar el oficio del periodista investigando, documentándose y contrastando fuentes
"A veces sólo se puede ser leal al presente traicionando el pasado" (3)
“Sostiene Pereira que el periodista
siempre debe denunciar las injusticias aunque tan solo se ocupe de una sección
de literatura”. (Sostiene Pereira. Antonio Tabucchi. UEF.1.996)
El 23 de febrero de 2.011 se cumplían tres
décadas del golpe de Estado. Hace treinta años, en 1981, Leopoldo Calvo Sotelo
inició la modernización de las Fuerzas Armadas, el Gobierno firmó la adhesión a
la OTAN, un Acuerdo Nacional de Empleo junto con empresarios y sindicatos, y con la oposición, rubricaba la LOAPA, ley
orgánica que intentaba frenar la
descentralización del Estado, además, el presidente Calvo Sotelo
autorizó la intervención del ejército en la lucha antiterrorista en las fronteras
terrestres y marítimas.
Sostiene Cercas que “Nada de lo
anterior – ni el triunfo socialista en el 82 – ocurrió gracias al golpe sino a
pesar del golpe; no ocurrió porque el golpe triunfase sino porque fracasó y
porque su fracaso convulsionó al país y pareció cambiarlo de cuajo” (1)
El grupo de investigación Estudios
Literarios y Culturales de la Universidad de Almería, contó con la presencia
del escritor Javier Cercas, en sus III Jornadas Internacionales sobre novela
moderna y contemporánea, semanas después de que Cercas obtuviera el Premio
Nacional de Literatura que concede el Ministerio de Cultura, en la modalidad de
Narrativa, por su novela “Anatomía de un instante”. Durante el desarrollo de
aquellas jornadas, tuve la oportunidad de hablar con Cercas de Anatomía y de
sus “figuras geométricas”.
Reconocida su afición a pasearse entre
las fronteras de los géneros para “experimentar”, no es de extrañar que las más
de cuatrocientas páginas que sustentan su trabajo se ofrezcan al lector ya como
“crónica, ya como novela sin ficción” que arrancan y se basan en unas imágenes,
en concreto, en un instante de esas imágenes, fruto de la grabación de las
cámaras del Palacio de las Cortes en el Congreso de los Diputados, el 23F. “El
lector decide cómo leer el libro, si como novela o como crónica” – apunta
Cercas, y yo opto por enfrentarme a él como si de la lectura de un guion
escrito a mano sobre un plano del Palacio se tratara.
P: Sostienes que una novela debe partir
de la realidad, que debe iluminarla mediante la ficción ¿de eso se trata
Anatomía de un instante, de un intento de imponer orden en el caos?
R: La realidad es caótica ¿no? No tiene
sentido, es caos, ruido, furia, y lo que hace la ficción es dotarla de una forma,
para ello tiene que manipularla, crear esas simetrías de las que hablo en el
prólogo. Anatomía es un experimento muy raro, por un lado responde ante la
realidad pero, por otro, responde ante sí mismo. Es decir, la historia responde
ante la realidad, es verdad, se puede verificar. En cambio, la novela, la
ficción, responde solo ante sí misma, no importa si esto es verificable o no.
Este libro quiere hacer las dos cosas, la figura que lo define es el Oxímoron,
es decir, la contradictio in terminis, la contradicción de un término.
P: ¿aunar lo incompatible?
R: Exacto, este libro, por un lado
busca la verdad histórica y por otro la literaria, dos verdades incompatibles.
La verdad histórica, persigue descubrir qué ocurrió a determinadas personas, en
determinado tiempo y en un determinado lugar, es una verdad factual, concreta.
La verdad de la literatura es la contraria, es una verdad moral, universal, o
sea, busca averiguar qué les ocurre a todos los hombres en cualquier
circunstancia, tiempo y lugar.
P: Y Anatomía ¿persigue ambas cosas?
R: Sí, por un lado es un libro de
historia, es decir, todo lo que se cuenta allí es real hasta donde yo he
podido, pero, por otro lado, es narración, novela, llámalo como quieras. Es un
libro muy raro porque lo que yo hago es ir a la caza de geometrías y simetrías,
lo que en el libro se llaman figuras de la historia, así está montando el
libro, es una búsqueda de las figuras de la historia y la figura esencial, la
que me lanza a escribir, es la del instante.
El instante, la imagen y la historia
Sostiene Cercas que “(…) lo
verdaderamente enigmático no es lo que nadie ha visto, sino lo que todos hemos
visto muchas veces y pese a ello se niega a entregar su significado”. (2)
P: ¿el instante en el que las imágenes del
23F nos muestran a Suárez sentado en su escaño de presidente del gobierno “en
un desierto de escaños vacíos”?
R: A partir de esa imagen busco. Esto
ya lo había hecho antes con Soldados de Salamina. A través de una imagen, de un instante…
P: Miras y, a partir de ahí…
R: … exacto, y a partir de ahí ves toda
la historia, a partir de lo minúsculo a lo mayúsculo, no al revés. Yo he sido
un tipo que salía a cazar simetrías para buscar lo imposible, un sentido a la
historia. Las simetrías son aquello que nos da la novela, lo que creamos al
escribirla, lo que crea un autor de ficciones. En cambio, aquí lo que he hecho
es buscar esas simetrías en la realidad, es una operación rara pero así es.
P: ¿Cuál es la principal simetría de la
que partes?
R: Es la de Suárez, Gutiérrez Mellado y
Santiago Carrillo en sus asientos cuando lo que les toca es tirarse al suelo, y
¿por qué esos tres? es la pregunta que yo me hice. La figura es muy compleja
porque resulta que esos tres tipos son los que hicieron la Transición, son tres
tipos unidos por relaciones de lealtad extrema, de amistades férreas, hay toda
una serie de paralelismos y contraposiciones entre ellos.
P: Esa relación geométrica es tuya
R: es mía pero no es mía porque ya
estaba ahí. Es la figura más profunda de
esa historia, pero hay otras muchas, el libro está lleno de figuras. Es como si
la historia, en determinadas circunstancias, nos estuviera guiñando un ojo y
nos estuviera diciendo: eh que no soy un caos ni un desorden total, que tengo
sentido.
P: Un sentido que, a su vez, le otorga
el ser narrada, volviendo a tu premisa, la novela ordenó el caos.
R: Sí. Por hablar de otra simetría, la
más potente, yo entierro a mi padre exactamente el mismo día en que Adolfo
Suárez, después de muchos años alejado de la vida pública, aparece fotografiado
junto al Rey, te acordarás, el 17 de julio de 2.008. El Rey va a verle a su
casa de La Florida, salen los dos de espaldas. Cuando eso ocurrió, yo escribía
el libro dije, “anda, ésta es la última figura” porque, en realidad, el libro
no estaba hablando ni de la Transición, ni del golpe de Estado ni de nada,
estaba hablando de mi padre, estaba intentando entender a mi padre.
P: ¿De eso hablabas hoy (III Jornadas
Internacionales sobre novela moderna y contemporánea) al decir que era
patriótico el libro? Es decir, la patria, tanto el lugar donde naces como tu
padre mismo.
R: Ah, sí, sí, está bien, eso no lo
había pensado, sí porque el libro en el fondo es un intento de reconciliación
de comprensión de entender a mi padre….
Alguien dijo que es como una especie de psicoanálisis colectivo salvaje
y algo de eso hay.
Golpe postmoderno
Sostiene Cercas que “(…) todos nos
resistimos a que nos extirpen los recuerdos, que son el asidero de la
identidad, y algunos anteponen lo que recuerdan a lo que ocurrió, así que
siguen recordando que vieron el golpe de estado en directo”.
P: El relato comienza con la
descripción de las imágenes del golpe que retransmitió TVE, es la primera de
las repetidas veces en las que reconoces y valoras el importante papel que
jugaron los medios de comunicación como testigos, como fuerza de poder e
incluso como canal de comunicación entre los protagonistas
R: Sí, totalmente. En ese sentido es el
primer golpe postmoderno, la Transición nace así y Suárez es quien es porque es
el primer político que se da cuenta de la importancia de la televisión y la
manejaba como nadie.
P: Era precursor, adelantaba el
carácter mediático que, un siglo después acompaña a cualquier hombre de Estado
R: Que el rey lo elija no es
anecdótico, sino porque realmente controlaba de puta madre los medios de
comunicación y la televisión, la controlaba como nadie, su carrera la hizo en
TVE y sabía de su poder formidable. Él tenía un porte físico extraordinario,
era un mal improvisador pero sabía hacer discursos, sabía qué es lo que la
gente quería escuchar. Aparece en televisión uno dos días antes a las
elecciones del 79, el último discurso, y lo centra diciendo oigan que viene el
marxismo, que vienen los socialistas, y las gana, las gana cuando los
socialistas pensaban que iban a ganar ellos, ¿cómo?, porque sabe muy bien
elegir las palabras, dónde tiene que decirlas,
cómo ponerse.
Ésta es una de las hipótesis del libro,
cuando entran los militares disparando, su instinto de actor nato y de saber
que las cámaras están ahí, lo sabe, y eso es muy importante, sabe lo que
quedarse en su sitio significa, es muy consciente…
P: Sí, pero qué lucidez demuestra en
ese momento
R: Sí, hay que ser un tipo… con unos de
estos bien puestos – Sonríe –
Héroes de la retirada
Sostiene Cercas que “En la España de
los años 70 la palabra reconciliación era un eufemismo de la palabra traición,
porque no había reconciliación sin traición o por lo menos sin que algunos
traicionasen. (…) A veces solo se puede ser leal al presente traicionando al
pasado” (3)
P: Una de las propuestas
innovadoras de Anatomía es la de exponer
los comportamientos de Carrillo, Suárez
y Gutiérrez Mellado antes y después del golpe para reconstruirlos en una imagen
nueva, la del “héroe de la retirada” de Enzensberger
R: Enzensberger los llama así, Héroes
de la retirada y yo, los Héroes de la Traición, un Oxímoron de nuevo. El libro
reivindica la ética de la traición. Estamos acostumbrados a ver la lealtad como
un valor, que lo es, y a ver la traición como un demérito, como un defecto. En
cambio, hay momentos en la historia de los países y de las personas en los que
tiene mucho más mérito traicionar que ser leal y éste es un ejemplo de eso, los
tres tipos también son tres traidores.
Gutiérrez Mellado es el gran traidor
del ejército, el que viniendo del ejército de Franco lo desmonta ese ejército
para crear uno democrático, para sus compañeros es el traidor máximo y todavía
hoy no puedes hablar de Gutiérrez Mellado con según qué gente. Carrillo es el
gran traidor de la izquierda porque traiciona los ideales revolucionarios, el estalinismo,
la izquierda, la república, para construir una democracia…
P: ¿Y Suárez?
R: Suárez, traidor total, el gran traidor,
así es cómo lo llamaban. Creían que iba a conseguir que el franquismo durase 50 años más, tan
guapo, tan joven él y se lo carga el primer día, en seis meses.
Autocensura
Sostiene Cercas que “… en los medios de
comunicación de este país hay censura preventiva (…) y la culpa es de los
historiadores o de los periodistas que no quieren escribir”.
P: Los protagonistas no salen demasiado
bien parados y te han hecho constar su disgusto, por ejemplo Santiago Carrillo
¿No?
R: Lo de Carrillo es normal, él cree
que tiene que salir mejor parado de lo que sale y ya está, no hay que darle más
vueltas. Es sencillo, aunque para cualquiera es un héroe de la traición y sale
en su mejor momento, él quería más. ¿Sabes lo que pasa? Que está gente ha
estado habituada a ser presentada como demonios o como semidioses. Ellos se
consideran semidioses por su papel en la
Transición y toleran que se les trate como demonios, porque claro, los
detractores, ya se sabe. Pero no pueden
entender que se les presente como una cosa y la otra a la vez. Lo llevan mal.
P: Tampoco sale muy bien parado el Rey,
en este país no es fácil escribir algo que ponga en tela de juicio
comportamiento alguno de los miembros de la Casa Real y tú has podido,
tranquilamente… ¿cómo se hace?
R: Eso me decían, ¿no has tenido
miedo?... si yo hubiese insultado al Rey, me hubieseis llevado a juicio ¿no? Lo
que ocurre es que no quieren escribirlo, sinceramente ¿sabes qué creo que hay?
Censura preventiva, se llama cobardía eso. Ahora, que yo diga lo que
honestamente creo a cerca del Rey en un episodio histórico, y que diga que su comportamiento
me parece irresponsable pues lo digo y ya está y que me vengan a buscar.
P: Anatomía te ha supuesto cuatro años
de investigación y un listado encomiable de fuentes vivas
R: Todas son fuentes vivas y yo no he
hecho otra cosa en cuatro años. En EEUU están Woodwoard o David Remnick que te
hace un libro sobre Obama y se tira tres años y luego, claro, ese libro vende
muchos ejemplares y de él se puede vivir. En España, como no hay lectores para
esto nadie se dedica cuatro años a investigar el 11 M y las mentiras que se han
dicho. Imagínate con el 11M documentado si se puede hacer un libraco que se
mueren todos, con las mentiras de unos y otros… ahora, necesitas 4 años, hablar
con todo el mundo, ni una declaración, ni una comilla, o las comillas en su
sitio.
P: Con Anatomía despejas cualquier tipo
de duda respecto a que la Transición supusiera un olvido
R: Es que yo antes lo creía, pero de
olvido nada, es un cuento. El ejercicio fundamental para ver que no es así es
leer los periódicos y las revistas de la época, fue divertidísimo para mí
reconstruir el momento aquel, más que la memoria de la gente porque la memoria
de la gente es tremendamente frágil
P: e influenciable
R: recuerdan lo que les da la gana,
mentiras… así funcionamos todos. La prensa es un instrumento de reconstrucción
de aquel momento, tremendo, y la prensa de aquel momento y las revistas estaban
llenas de los crímenes del franquismo, no se hablaba de otra cosa.
Memoria histórica
Sostiene Cercas que “la mera idea de
memoria histórica es falsa”
P: ¿por qué?
R: La historia es fundamental, antes
que la memoria. La ley de memoria histórica no debería existir. Memoria e
historia son contradictorias. La memoria es personal, subjetiva y la historia aspira
a la objetividad. Lo que hay que solucionar es la deuda que tiene este país con
las víctimas del franquismo, una democracia no puede sobrevivir con ciento y pico
mil cadáveres en las cunetas. Creo que
ha habido un uso político de este asunto y esto es muy malo. La izquierda
española no puede jugar con esto, es demasiado serio, jugamos con las personas
mayores, con las víctimas.
Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres,
1.962)
Licenciado y Doctor en Filología
Hispánica, profesor de Literatura española en la Universidad de Gerona, publica en 1.987 su
primer libro de relatos “El móvil”, a esta primera incursión literaria siguen
“El inquilino” (1.989), “La obra
literaria de Gonzalo Suárez” (1.994), “El vientre de la ballena” (1.997),
“Soldados de Salamina“ (2.001), “La velocidad de la luz” (2.005), “La verdad de
Agamenón” (2.006) y en 2.009 “Anatomía de un instante” por la que ha recibido
el Premio Nacional de Literatura en la modalidad de narrativa, además de ser
nombrado Mejor libro del año por “El Cultural” y el semanal “Babelia”.
(1)
Anatomía de un instante, Círculo de
Lectores, Barcelona, (2.009), página 418.
(2)
Ibíd.
Página 86
(3)
Ibíd.
Página 269
viernes, 16 de septiembre de 2011
CEMENTERIOS - Begraafplaats, el oasis bohemio holandés, el cementerio vivo de Ámsterdam
De cómo los gallos custodian los recuerdos
A escasos 10 minutos del centro de Ámsterdam se encuentra Begraafplaast Vredenhof, uno de los siete cementerios con los que hoy cuenta la capital holandesa. A finales del siglo XIX, Ámsterdam solo disponía de dos cementerios, los conocidos como cementerio del Este y del Oeste. Conforme la ciudad crecía, la distancia a uno o a otro desde algunos barrios aumentó hasta el punto de que las autoridades se vieron obligadas a buscar una ubicación para un tercer cementerio. Haarlemmerweg, la carretera hacia a Haarlem, ciudad al oeste de Ámsterdam, resultó idónea y a partir del 28 de julio de 1.887 Vredenhof estuvo a disposición de la comunidad.
A escasos 10 minutos del centro de Ámsterdam se encuentra Begraafplaast Vredenhof, uno de los siete cementerios con los que hoy cuenta la capital holandesa. A finales del siglo XIX, Ámsterdam solo disponía de dos cementerios, los conocidos como cementerio del Este y del Oeste. Conforme la ciudad crecía, la distancia a uno o a otro desde algunos barrios aumentó hasta el punto de que las autoridades se vieron obligadas a buscar una ubicación para un tercer cementerio. Haarlemmerweg, la carretera hacia a Haarlem, ciudad al oeste de Ámsterdam, resultó idónea y a partir del 28 de julio de 1.887 Vredenhof estuvo a disposición de la comunidad.
Desde un principio, este cementerio no ha sido solo eso. Muchos de sus visitantes, además de acercarse hasta allí para recordar y honrar a sus difuntos, también lo hacen para descansar en el silencio y la explosión de vida que se descubre en su interior. El arquitecto Springer lo diseñó como si de una finca se tratara, y su propio nombre, Vredenhof, “Oasis de Paz”, ya lo tilda de un peculiar atractivo.
Vredenhof es un “cementerio vivo” o “actieve bregraafplaast”, así se le conoce entre sus visitantes. La espesa vegetación y los altos árboles que lo rodean lo ocultan de las miradas curiosas, no hay forma de ver lo que esconden sus muros naturales hasta que no estás en su interior. Y allí, me presento, con ganas de saber, cámara en mano, acompañada de una delicada y fina lluvia que, a modo de guía paciente, no se alejará de mí en toda la visita. Dentro, tengo la impresión de que unas manos invisibles, apenas rozándome, cubren mis oídos. Los hermosos árboles de Vredenhof no solo velan por impedir las miradas externas si no que aíslan este cementerio de cualquier ruido que pudiera enturbiar la paz del “Oasis”. El rumor del tráfico, intenso y a escasos metros, no se escucha.
Con tan solo detenerse a mirar las primeras tumbas, ya adivinas que te encuentras en un hogar. Un lugar entre dos mundos, fuera de toda regla y tiempo. Un puente tendido entre los que estuvieron y los que están, un puente de madera o de hierro, que, a modo de banco te invita a detenerte un instante y prolongar recuerdos.
Los holandeses cuidan las tumbas de sus seres queridos como si de sus jardines se tratase. La variedad de flores, sobre todo de tulipanes, y de objetos recordatorio de los gustos y oficios de los difuntos, colorea las tumbas. Sobre ellas podemos encontrar álbumes de fotos, letras de canciones, amuletos, gnomos e incluso hadas y, además, gallos.
Si me encontrara en el Valle Maulino, en Chile, esperaría toparme, de un momento a otro, con “la mujer alta del cementerio”, la guardiana de un tesoro cuya presencia anuncian los parsimoniosos gallos picoteando entre las sepulturas. Me sobrepongo a ese pensamiento, lo más parecido a ese personaje del imaginario chileno que pueda haber a estas horas en Vredenhof soy yo que deambulo de aquí para allá, topándome con cerezos en flor y con los gallos.
En la simbología cristiana estos animales representan al guardián de las puertas del cielo, a San Pedro. Y entonces pienso que quizás sean ellos los vigilantes, los que se pasean entre las tumbas, con calma, seguros, encargándose de que nada pueda interrumpir la paz de este lugar.
Estoy segura de que mi insistente sensación de que hay alguien que vigila se debe a que desde que entré en Vredenhof, comencé a escuchar su silencio y a respirar su aire húmedo y calmo. Siento la necesidad de que esta paz se preserve.
No sé el tiempo que he permanecido inmóvil, sentada bajo un cerezo, dejando que mis ojos jueguen con las pequeñas hadas y los duendes de cerámica, mientras los gallos se me acercan. A mí lado, desconozco desde cuando, el guarda me sonríe y me tiende un mano con maíz, invitándome a congratularme con ellos. Mientras lo hago me explica que es él quien los atiende, hace ya algún tiempo que viven por allí, no hay granjas cerca, así que debían ser de alguno de los difuntos, me argumenta como toda explicación.
Silencio y música.
A Vredenhof también se le conoce como el Cementerio Bohemio de Ámsterdam. Su cercanía al barrio Jordaan facilita que allí estén enterrados personajes ilustres de dicho vecindario. El Jordaan “Jardín”, en el XIX era un barrio obrero, hoy es refugio de artistas y estudiantes. Sus calles, la mayoría de ellas con nombre de flor, han acogido a refugiados políticos y personajes históricos conflictivos como Descartes, es uno de los pocos lugares del mundo en el que se erige un monumento a los gays asesinados en los campos de concentración “Homomonument” (1.997) y acogió la “Revuelta de la Anguila” (1.886), estallido popular que culminaría con la prohibición del maltrato a los animales en Holanda.
Entre los personajes procedentes del Jordaan enterrados en Vredenhof destacan dos reconocidos músicos: Johanes Hendricus van Musschen (1.924 – 1.989) y Johnny Meijer (1.912 – 1.992), ambos más conocidos por sus pseudónimos; Johnny Jordaan y Johnny Meyer. Johnny Jordaan, ha sido el cantante Folk holandés que más ha compuesto y dedicado temas, tanto a la ciudad de Ámsterdam como al mismo barrio Jordaan del que adoptó el nombre en homenaje a sus gentes.
Por su parte, el acordeonista Meyer, considerado como un autor de jazz de culto, después de conocer la fama y medio mundo, acabó sus días, sólo y alcoholizado en el barrio que le vio nacer. Pese a su carácter poco sociable, cuenta con una estatura homenaje en el barrio y con una sepultura coronada con una estela personalizada, un acordeón de piedra que mis sorprendidos oídos comprueban que suena, sí, suena, ya que, sin perturbar el silencio del Oasis, a ratos las composiciones de estos y otros músicos, a través de escondidos y oxidados altavoces, interpretan el papel de motivo musical de este particular cementerio.
No solo el acordeón de Meyer, ni los enanitos de jardín sorprenden a los visitantes, en algunas de las sepulturas, los artistas locales son los responsables de decorar las estelas con mosaicos o diseños en cerámica y cristal o representaciones de animales sagrados cuyo significado se me escapa, pero que seguro está relacionado con las creencias y deseos de los recordados.
Acabo mi visita siguiendo el diseño amplio y ordenado de sus principales calles, un contraste con el desorden y variedad de las tumbas. En algunas pequeñas sendas puedes encontrar tumbas de las que, apenas se consigue leer el nombre del difunto, escondido bajo el abigarrado decorado de árboles y plantas. Y, a pocos metros, espaciosos jardines funerarios, solo ocupados por algún que otro banco. Ya en la salida, en la puerta de acceso a Haarlemmerweg, me detengo y dudo, miro hacia atrás, si salgo, en unos pasos ya no escucharé el acordeón de Meyer, solo cláxones y rumor.
Cementerios Holandeses
En Holanda existen actualmente más de 2.000 cementerios activos y más de 1.000 pasivos, en su mayoría muy pequeños y en los que casi nunca se llevan a cabo enterramientos. De entre los activos, 1.800 son municipales, 900 católicos, 440 reformistas holandeses, 200 judíos y 5 reformistas.
lunes, 2 de mayo de 2011
PENSAMIENTOS - El silencio y el tiempo
De cómo aventurarse a descansar en un banco
Me gustan los bancos, no aquellos que, cumpliendo su papel de mobiliario urbano, están colocados aquí y allá, en la ciudad, si no los otros, los que esperan pacientes a que te acerques.
Pocas veces entiendo el criterio con el que están ubicados algunos bancos ya que cuando me decido a probarlos, me veo sentada frente a la fachada de un edificio, a un escaparate o al borde de una calzada. Mi desconcierto en algunos casos se acrecienta cuando lo interesante queda atrás y yo me pregunto, ¿por qué he de sentarme de espaldas al mar?
A mi me gustan los otros bancos, los del silencio. En mis pensamientos ocupa un lugar especial una particular colección de bancos, la mayoría de ellos son de madera, otros son de piedra, de hierro, e incluso hay alguno de musgo. Mis bancos están en Cabo de Gata, Granada, Valladolid, Madrid, Sintra, Edimburgo, Birks de Aberfeldy, Cebreiro, Vinci, mi terraza... en cada uno de ellos, me he sentado en silencio y he aceptado la invitación a la mirada.
Y, de entre todos ellos, hoy fantaseo con el anónimo banco que me espera en la Alpujarra y donde acudo siempre que puedo. Madera fuerte y silencio, a mis pies, un balcón dormido al que me asomo.
Los bancos se visten de sonidos cada día, como si fuera domingo; con risas en el parque, manar de fuentes, megafonías y silbidos de tren, tráfico, besos, lluvia. Y te invitan. A mi me gusta aceptar la invitación de mis bancos. Detenerme, entregarme a la quietud, laxa y serena, acompasar mi pensamiento a la respiración y verme hacia dentro.
He compartido ese banco con él y, más allá de cualquier gesto, se sostuvo a mi costado, acompasé mi suspiro al suyo y pude sentir por un instante cómo, sobre aquel barranco sobrevolábamos los dos, reposados en el banco.
UVAS PARA TRES - Mi voz, su voz
De cómo mi voz ya es suya
Los ensayos de Uvas para tres continuan. Ya tenemos fecha de estreno, el domingo 26 de junio de 2.011 en la Escuela de Música de El Parador (Roquetas de Mar). Durante estas últimas semanas, alternaremos ensayos con el cierre del atrezzo y la promoción, preparación del cartel, campaña de información.... y antes de que nos demos cuenta ya estaremos con el ensayo general.
Alicia, Carmen y Bernardo ya existen por ellos mismos. Carmen tardó en llegar, traía tanta carga en la maleta y debió costarle tanto cerrarla, que cuando llegó a casa de Alicia no podía abrirla. Durante horas se han sentado las dos, frente a frente, a observarse, a contarse buscando el ayer que se escondía en los ojos de la otra, a tratar de apoyarse en risas adolescentes, ya perdidas, para arropar un nuevo rincón de confidencias. Pero Carmen no abría la maleta y Alicia no sabía a quién le preparaba el café.
A veces, los personajes reposan, se esconden como tapados con una sábada blanca, entre línea y línea. Tú crees que con la repetida lectura, la búsqueda de sus movimientos o el trabajar hasta que sus acciones y reacciones tengan una motivación "orgánica"(1) es suficiente... pero no. A veces, el actor cree que ya sus movimientos no son los suyos, que su tono de voz, sus instintos satisfacen al personaje que lo viste y, de repente, éste se revela, te lanza un zarpazo y reclama otra cosa.
Eso ha sucedido con el personaje de Carmen. La actriz ha tenido que pasar por un proceso tan agotador como creativo. Carmen se presentó en casa de Alica disfrazada de apocada, de "pusilánime", "pava" , e "insegura".... y Alicia la escuchaba y por más que la escrutaba no lograba encontrar el puente a través del cual echar hacia atrás 28 años. Pero un día Carmen se desasió de su blusón de dudas y miró, sonrió, provocó y reprendió a Alicia como si el tiempo no hubiera transcurrido desde la última vez que se vieron.
Seguramente Pilar, la actriz que interpreta a Carmen, además de dirigir y haber escrito la obra, debía pasar por la Carmen "pánfila" y "mojigata" para poder prestarse a la Carmen envidiosa y exigente, una Carmen que deberá enfrentarse a sí misma con aspereza en el momento en el que asuma que cerrar la puerta al dolor implica aceptarse y aceptar. Ahora, desde que Carmen no se esconde, Alicia es más Alicia.
Yo veo a Alicia en los ensayos. Nos miramos en el espejo, nos sonreímos y nos cambiamos la vestimenta. Trabajamos, yo me dejo, ella surge y al final, de vuelta a mi realidad, nuevo cruce de miradas, nuevo intercambio de gestos, sonrisas y ropajes y adiós... Pero ya no se que allí, a oscuras, esperando a que se encienda la luz del baño... no, se ha venido conmigo... no me deja... y, a menudo, me sorprendro hablando con sus palabras.... No es como cuando en el ensayo ella anda con mi cuerpo, juega con mi pelo, besa con mi boca... no, ahora soy yo que hablo con sus palabras.
El segundo momento mágico en mi creación del personaje. El día que me sorprendí escuchando en mi voz sus palabras, unas palabras que yo empleaba para comunicarme en mi mundo real... solo me detuve un instante, mi interlocutor no reparó ni en mi sorpresa, ni en la pausa... quizás si en mi sonrisa...
(1) en el argot teatral se habla de una reacción orgánica cuando el actor responde al pie de texto que le da otro actor con una respuesta verbal y / o física creible, no para el espectador si no para el propio actor... si este primer paso.. el público... no creerá absolutamente nada.
sábado, 19 de febrero de 2011
UVAS PARA TRES - Prestarte
Desde hace algunos meses trabajo en un proyecto, se trata del montaje de una obra teatral, "Uvas para tres", escrito por Pilar Barberá, quien, en esta ocasión, además de dirigir la obra, también interpreta uno de los papeles.
"Uvas para tres" es una obra teatral en tres actos que presenta, además de una historia muy tierna y divertida, un atractivo interesante: cada uno de los actos se sustenta en un estilo dramático diferente. Así, el primer acto es un drama con algún apunte de humor, el segundo una comedia con momentos dramáticos y el tercero un vodevil.
Un esfuerzo interesante para la autora y un trabajo duro para los actores, os lo garantizo. Yo interpreto a Alicia. Una mujer todo corazón, incapaz de permanecer pasiva si puede hacer algo por los demás, experta en amar (y en todos los matices que ello conlleva), amante, madre y amiga del hombre al que quiere y amiga de la mujer que más daño le hizo en la vida. Difícil papel y hermoso al mismo tiempo. Alicia está llena de matices, ha vivido experiencias duras, ha escogido una manera de vivir difícil que la obliga a "interpretar" continuamente, a reinventarse cada día y, sin embargo, cuando ella lo cuenta, banaliza hasta tal punto su realidad que ésta parece normal, sencilla e incluso atractiva.
Alicia se mueve como si se tratase de una nota musical. Alicia pisa duro al andar, enseña una fuerza y una disposición que la protegen del resto. A veces evita las preguntas y otras evita las respuestas. Siempre tiene una sonrisa, un momento para escuchar, ganas de dar y de darse, y así se entrega, ella cree que con cuidado.
Junto a Alicia están Fran (Bernardo) y Carmen (Pilar ). Él, su amante, su protegido, su punto débil. Él podría cambiarlo todo por dentro, por eso Alicia lo mantiene alejado de su entorno, por eso ha buscado un espacio para ellos, un pequeño y cálido espacio donde todo es posible, incluso el sentir que él la ama del mismo modo.
Ella, Carmen, es su pasado, la única respuesta para la pregunta ¿qué le pasa a Alicia?. Carmen trae consigo el recuerdo de la traición pero, al mismo tiempo, trae la única manera de pasar página, la posibilidad de que 28 años después del dolor, éste, por fin se duerma.
Después de un principio difícil, ya está en marcha el engranaje. Pilar ve progresos en los ensayos, los actores nos dejamos modelar. Por mi parte, primero fue conocer a Alicia, aceptarla, no juzgarla, lo que me permite ser ella sin prejuicios. Después vino el hacerme a sus palabras y ahora es ella la que declama, luego fue buscar su movimiento, ahora es ella la que brilla en cada paso y cada gesto. Es hermoso dejarse así, y, aunque todavía parte de mi conciencia nos acompaña a Alicia y a mi cuerpo durante los ensayos, muy pronto ésta se sentará frente al escenario, junto a la directora, y asistirá a la maravillosa y, por qué no, inquietante experiencia de ser otra sin dejar de ser tú.
"Uvas para tres" es una obra teatral en tres actos que presenta, además de una historia muy tierna y divertida, un atractivo interesante: cada uno de los actos se sustenta en un estilo dramático diferente. Así, el primer acto es un drama con algún apunte de humor, el segundo una comedia con momentos dramáticos y el tercero un vodevil.
Un esfuerzo interesante para la autora y un trabajo duro para los actores, os lo garantizo. Yo interpreto a Alicia. Una mujer todo corazón, incapaz de permanecer pasiva si puede hacer algo por los demás, experta en amar (y en todos los matices que ello conlleva), amante, madre y amiga del hombre al que quiere y amiga de la mujer que más daño le hizo en la vida. Difícil papel y hermoso al mismo tiempo. Alicia está llena de matices, ha vivido experiencias duras, ha escogido una manera de vivir difícil que la obliga a "interpretar" continuamente, a reinventarse cada día y, sin embargo, cuando ella lo cuenta, banaliza hasta tal punto su realidad que ésta parece normal, sencilla e incluso atractiva.
Alicia se mueve como si se tratase de una nota musical. Alicia pisa duro al andar, enseña una fuerza y una disposición que la protegen del resto. A veces evita las preguntas y otras evita las respuestas. Siempre tiene una sonrisa, un momento para escuchar, ganas de dar y de darse, y así se entrega, ella cree que con cuidado.
Junto a Alicia están Fran (Bernardo) y Carmen (Pilar ). Él, su amante, su protegido, su punto débil. Él podría cambiarlo todo por dentro, por eso Alicia lo mantiene alejado de su entorno, por eso ha buscado un espacio para ellos, un pequeño y cálido espacio donde todo es posible, incluso el sentir que él la ama del mismo modo.
Ella, Carmen, es su pasado, la única respuesta para la pregunta ¿qué le pasa a Alicia?. Carmen trae consigo el recuerdo de la traición pero, al mismo tiempo, trae la única manera de pasar página, la posibilidad de que 28 años después del dolor, éste, por fin se duerma.
Después de un principio difícil, ya está en marcha el engranaje. Pilar ve progresos en los ensayos, los actores nos dejamos modelar. Por mi parte, primero fue conocer a Alicia, aceptarla, no juzgarla, lo que me permite ser ella sin prejuicios. Después vino el hacerme a sus palabras y ahora es ella la que declama, luego fue buscar su movimiento, ahora es ella la que brilla en cada paso y cada gesto. Es hermoso dejarse así, y, aunque todavía parte de mi conciencia nos acompaña a Alicia y a mi cuerpo durante los ensayos, muy pronto ésta se sentará frente al escenario, junto a la directora, y asistirá a la maravillosa y, por qué no, inquietante experiencia de ser otra sin dejar de ser tú.
sábado, 22 de enero de 2011
PENSAMIENTOS - Planos sucios
De cómo recuperarte en una imagen
Estos días estoy trabajando en el guion de uno de los documentales que he ido a grabar a Irlanda. Hasta ahora, el trabajo ha consistido en ver las imágenes que grabaron mis compañeros para dedicir cuáles pueden servir mejor a la hora de ilustrar la historia que centra nuestro documental.
Viendo esas imágenes, de tanto en tanto, me descubro a mí, sorprendida por el ojo de cristal de alguna de las cámaras, mientras trabajo. Cuando eso ocurre me encuentro ante un "plano sucio", es decir, un plano que no podré uitilizar porque distorsiona la "realidad" que vamos a enseñar, es decir, una batida de caza en Irlanda en la que, pese a que somos los ojos y las parcas, no debemos estar ni mis compañeros ni yo.
Es un hecho que las imágenes de cualquier historia, documental, película, reportaje, etc., han sido grabadas y que la propia historia no solo ha sido dirigida si no que, con anterioridad, ha sido escrita. Pero la primera condición que nuestro trabajo requiere es conseguir que, el "espectador" para el que nos esforzamos olvide o mejor, deje de ser consciente de nuestra mano y nuestra presencia. Desde el primer fotograma o el primer frame, tenemos que conseguir no estar. Que los créditos iniciales y finales del documental sean las únicas ventanas posibles que permitan al "espectador" atravesar de la realidad a la ficción, al ensueño. Y que, una vez allí, olvide la previa construcción de esa "irrealidad" y, simplemente, se instale en ella .
De ahí que si alguno del equipo es "capturado" por el ojo de cristal deba ser eliminado y el plano en el que aparece, nunca será utilizado en el montaje. No solo un plano está sucio cuando muestra lo que no interesa si no cuando está movido, cuando no ofrece un correcto encuadre, etc. Sin embargo son los planos sucios por acoger "fantasmas" los que me llevan a escribir hoy. Y no los denomino fantasmas por inexistentes o presuntuosos, si no por ser las imágenes de alguien que han quedado impresas en la fantasía o, en este caso, en las cintas que estoy revisando, que para mí, fantasma y, al mismo tiempo, autora de esta obra, viene a ser lo mismo.
Recupero mi memoria en cada uno de los momentos que desecho . A hurtadillas, parece que encogiera para contemplarme sin ser vista mientras repaso la grabación a doble velocidad. Antes de enfrentarme a estos brutos (llamase brutos en el argot visual a las imágenes tal y como fueron grabadas, sin cortes ni montaje), ordené y catalogué las fotografías. No es lo mismo. En parte porque yo soy quien ha realizado el seguimiento fotográfico del trabajo y cuando he capturado mi sombra , sin intención alguna de hacerla coser por nadie a mis zapatillas, o mi imagen reflejada en un espejo, lo he hecho a conciencia; y en parte porque cuando otros me han fotografiado, de manera inconsciente, he posado a conciencia.
No, descubrirme de improviso es otra cosa. Sobre todo, si tengo en cuenta un importante matiz, quien grababa no estaba pendiente de mí, yo me colaba en su encuadre sin querer, de ahí que haya ensuciado algunos planos. Por eso este encuentro conmigo adquiere una connotación mística. Esa imagen de mi gesticula, frunce el ceño al pensar o se humedece los labios como cuando no siente que la observa nadie, cuando carece de la intención de comunicar, cuando sencillamente se expresa por el mero hecho de estar, de ser.
Y entonces caigo en la cuenta de que proyectamos tantas imágenes como miradas se muestran atentas. Mientras me hallo cómodamente sentada en mi estudio, frente al ordenador, me contemplo embutida en ropa de camuflaje, tomando notas y fotografiando. Qué lejos se me antojan ahora el frío, el cansancio, los tobillos doloridos. Mientras el ojo de cristal me apresaba sin querer en su retina, yo escribía preocupada por no sentir las yemas de los dedos.
Me miro despacio, no me cuesta reconocerme concentrada, taconeando para entrar calor, escribiendo a duras penas, sonriendo cuando me dirijo a alguien y seria cuando pienso, busco, observo y recuerdo. He jugado, como si se tratase de acunar una muñeca, a darme y robarme tiempo acelerando las imagenes hacia adelante y hacia atrás. En un instante, congelado el plano y helada mi imagen, he temblado yo cuando, a saber por qué estratagema de mi subconsicente, me ha venido a la memoria el miedo manifiesto de muchos aborígenes a ser fotografiados por temor a que la foto les robase el alma.
lunes, 10 de enero de 2011
PENSAMIENTOS - De vuelta
Para regresar de Dublín, una vez más he debido trasladarme en el tiempo y, de nuevo, tengo la sensación extraña de haber perdido no se dónde ni cuándo, sesenta minutos de mi vida. Trato de no darle muchas vueltas porque tengo que emplear mi cabeza en organizar una agenda que, enfadada por mi desapego la última semana, se me presenta despeinada y con cara de poco de amigos.
No tengo frío, pero no me libero de la sensación de cansancio. Estoy en manga corta y dejo que el aire entre por la ventana del estudio. Si no fuera por los recuerdos que en mi piel han dejado los salvajes caminos que he frecuentado, me costaría creer que ayer, a estas horas, meditaba sentada en la Catedral de Saint Andrews.
Es entonces cuando recuerdo los pensamientos que me mecían junto a una de las lápidas celtas que allí encontré y estos vuelven a entretenerme ahora. A menudo, y alguno de vosotros lo sabeis, doy vueltas a la relación que todos mantenemos con el lenguaje y cómo, si bien nos permite la comunicación no garantiza que ésta sea posible. A mi mente, en la oscuridad y el silencio que me ofrecía la catedral, vino el rostro de alguien importante para mí. Tras su rostro, alguna de sus palabras, sus gestos... aquel recuerdo despertó sentimientos en mí, sentimientos que no reciben el mismo calificativo si los describo yo que si los describe la persona que me los causa.
El lenguaje nos permite, en primer lugar, comunicarnos. Como los niños pequeños que aprenden a hablar, lo primero que hacemos con lo que hay a nuestro alrededor, es nominar. Darle noombre, a la casa, a las sillas, a los libros, a las fotos, a todo... ése es el primer paso y es un paso importante, nos permite un consenso y así a contar con un código mediante el que comunicarnos.
Pero despés llega el segundo paso, calificar. Ahí empieza el peligro. Podemos calificar un silla, ésta puede ser alta, baja, plegable, blanca, negra, grande, pequeña, etc. Pero es que también calificamos a las personas, los sentimientos y las relaciones que mantenemos con ellas. Y cuando el sentimiento que nos provoca una persona no encaja con la calificación que "deberíamos" darle, cuando no sabemos cómo calificar la relación que mantenemos con ella ¿qué hacemos?... tenemos dos opciones, tal y como yo lo veo. Bien damos de lado ese sentimiento, esa relación, bien seguimos con ella en la mochila pero tamizada, vestida con una calificación que nos permita guardarla, que nos permite contar con ella sin que resulte incomprensible al resto, a los que emplean mi mismo código, es más, sin que nos resulte incomprensible a nosotros mismos.
Lo más sensato es lo primero, lo más cómodo lo segundo (y sigo calificando) pero ¿siempre lo sensato y lo cómodo coinciden con lo que debiera ser?. Intento seguir los consejos de Dalai Lama y mirar a mi alrededor con los ojos del corazón, de hecho, lo consigo en la mayoría de los casos, pero es un trabajo duro y difícil, ser capaz de dar nombre a todo lo que siento sin que la calificación que más se acerque a mi deseo me asuste.
¿por qué os cuento esto? porque hoy intento que la calificación ajena no me confunda y que la mía no me asuste, afrontarla tranquila, con la vista alzada y una sonrisa.... si esas emociones nacen de mi, no deben ser malas.
(Aguadulce/10/01/2011)
domingo, 9 de enero de 2011
IRLANDA - Tumbas Celtas
CÓMO MIRARSE EN EL ESPEJO Y NO CONFUNDIRSE CON LO QUE VEN LOS DEMÁS
Viendo la cantidad de almendros que me encuentro en cada esquina, concluyo que visitar esta ciudad en primavera debe ser una maravilla.
El día en el que más fró he sentido durante toda esta semana ha sido el de hoy. Algo he aprendido del clima irlandés; si llueve no hace frío, debe ser que la capa de nubes que no acaba de irse mientras te bañas con las diminutas, aunque persistentes gotas, te protege de las bajas temperaturas porque los dos únicos días en los que hemos visto el sol, el frío se burlaba de nosotros y de nuestra inocente creencia de estar a salvo bajo los gorros, bufandas y chaquetones. Incluso, y pese a que todos con quienes hemos hablado nos han asegurado que aquí no nieva nunca, hemos visto caer suaves y tenues copos durante unos minutos.
La más baja de las temperaturas de hoy nos ha sorprendido en los jardines de la Catedral de Saint Andrews, yo buscaba sin aliento el pozo de Saint Andrews pero no ha habido manera, con lo que sí me he topado en el interior de la catedral ha sido, entre otras, con la tumba del creador de Gulliver, Swift, y varias lápidas celtas.
Hay dos manías que me acompañan desde niña, oler el interior de cualquier libro, revista o libreta que llegue a mis manos, y tocar aquello que me resulta atractivo o sugerente, el pelo de una pelirroja que espera a que el semáforo se ponga en verde delante de mí, la fruta en el mercado, la arena caliente, las orejitas de un gato, las patas de un cangrejo en la pescadería, el algodón de azúcar de la feria, el aire desde la ventanilla del coche y las piedras. Rara es la catedral, torre, totem o runa que se ha librado del tacto de mis ansiosos dedos.
Por eso, esta tarde, me he detenido un buen rato frente a las lápidas celtas de Saint Andrews, en particular, frente a una de ellas. He acariciado con mi mano derecha esta piedra rugosa y desgastada por el frío, el viento y el agua, pero que aún conservaba la cruz celta en su parte superior. En ese momento, cierro los ojos y miro con el corazón. Entonces puedo sentir el repiqueteo de la lluvia sobre ella, el perfume de la hierba fresca a su alrededor y, quién sabe por qué, el sonido de un galopar que se aleja hacia el norte.
He recorrido el círculo que rodeaba la cruz en el sentido inverso a las agujas del reloj, de manera inconsciente, quizás en un intento de invertir el tiempo. Así, como si de un pincel se tratase, la punta de mis dedos, ha dibujado un instante en el que, una vez, hubo un alma que dejo atrás su armadura, el cuerpo en el que había habitado, para que descansara bajo esta piedra.
En silecio, sentada junto a la losa, he dejado que mi respiración recuperase su ritmo, mis pies el tiempo y mis ojos, la penumbra que nunca hubiese imaginado en una catedral gótica en buena parte.
Más tarde, durante unos minutos me he encontrado en los servicios del Temple Bar, rodeada de bellezas irlandesas, la única barra de labios color cereza era la mía. Si ya cuando estudiaba en Granada me maravillaba que hubiera chicas que para salir los sábados por la noche se vistiesen con faldas, imaginad como me quedo ahora, varios años después y a bastante menos grados... sigo embutada de ropa y ayer perdí uno de los pendientes. Qué importa.
Esta noche hemos cenado en un indio. Después de invitarles a seguir este blog durante toda la semana, mis compañeros de viaje. Alessandro "Pidoquio" y Federico "Guigo" Di Carlo se han molestado porque no los he nombrado aquí... No sabía qué responder... así que el único remedio es citarlos ahora (me pregunto si ellos en sus blogs que también los tienen, me han citado a mí. Es broma). Los chapoteos en el fango, las bajas temperaturas, los pésimos cafés, las estupendas cervezas, el frío indescriptible, la música en directo del Temple Bar, el hielo, los kilómetros de marcha... los hemos sufrido, gozado y vivido los tres.
Mañana vuelvo (volvemos) a España... esta etapa de mi Bitácora dará paso a otra.
(Dublín, 08/01/2011)
sábado, 8 de enero de 2011
IRLANDA - Del lago Owel a Dublín
Las dos últimas noches he dormido en la maravillosa casa que la familia Rizzini tiene a orillas del lago Owel. Hasta esta mañana no he podido disfrutar lo maravilloso del paisaje ya que los dos días hemos regresado de noche cerrada y nos hemos levantado igual. Pero hoy si me he regalado una buena dosis de mirada y quietud durante un buen rato.
Buena parte del lago ya estaba helado. Me dicen que en Irlanda no nieva nunca gracias a que la corriente del Golfo de Méjico, de la que ya os he hablado, suaviza las temperaturas, pero desde que estoy aquí con lo que sí me he topado cada día ha sido con el hielo.
Ahora, desde los ventanales de la cocina, me caliento con un té y sigo los movimientos de los caballos que, bien abrigados, pastan en la orilla. A mi izquierda, algo singular. Aparentemente (ya os lo mostraré) un túmulo funerario cuyo origen no acierto a concretar, sin embargo, ese pequeño y, a todas luces, artificial montículo de tierra que se alza frente al Owel como si de un palco se tratara, es mucho más.
De todas las versiones que me han contado me quedo con la más fantástica y es la que os cuento. Ese montículo artificial está levantado allí, precisamente, por las hadas, sí, sí, habéis leído bien, las hadas. Ellas se fabrican estas elevaciones a la orilla del río para tenerlo cerca y, al tiempo, protegerse de él... Dado que, aunque ésa esa su casa, ellas se mueven con total libertad por cualquier parte de los bosques y campos, los irlandeses están convencidos de que nada de lo que los montes ofrecen, hablan de flores principalmente, puede ser cortado ya que es propiedad de ellas.
Nuestra anfitriona me cuenta que no consiguió que una chica que trabajaba con ella le recogiese unas flores para decorar la mesa, es más, uno de los árboles que se alzan en el montículo, presentaba una forma dantesca que a ella le recordaba a un hombre clamando al cielo. Bien, debieron localizar a un hombre que vivía en otro pueblo y que no conocía la leyenda (quizás un inmigrante) para que se lo talara. Consiguió a este valiente jardinero a través de un conocido local, pero éste nunca ha desvelado el nombre del osado campesino.
Si te descuidas, las hadas entran en casa, juegan a abrir y cerrar las puertas, hacen que te desaparezcan las cosas... ellas pueden, al fin y al cabo vivían allí mucho antes de que tú dejases de creer en ellas ¿no?... En cualquier caso, no he caminado sobre la hierba medio helada de los alrededores,no he querido que mis torpes pies tropezaran con alguna.
De las orillas del Owel a las del river liffey... solo una hora de coche... Dejamos las cosas en el hotel y nos vamos al centro. Me han hablado tanto del Temple Bar (Los templario y Yolanda, qué larga historia) que mi primera guinness la bebo allí.
(Dublín 7/01/2011)
jueves, 6 de enero de 2011
IRLANDA - En el hielo
CÓMO MIMETIZARSE EN UNA TIERRA HELADA
Tomad un mapa de Irlanda. ¿Veis el norte, el oeste? es esa zona de la isla que queda arriba a la izquierda, ésa. Bien, de esa costa, buscad el extremo que más sobresalga... de frente a USA, allí estoy.
Estado físico: Al respirar me sigue molestando el pecho
Estado anímico: óptimo
Estado emocional: ¿?
Hace frío, salimos de noche y hemos llegado aquí al amanecer. Todo está helado, es decir, hoy sufriremos, porque de lo que se trata no es de caminar. Esta jornada la dedicamos a la caza de Colombaci (Palomos). Una vez levantadas las tiendas de camuflaje y colocados los simuladores, permaneceremos sin pestañear hasta que aparezcan.
Pasarán por aquí dos veces, ahora y al atardecer, en las dos ocasiones, en busca de alimento. Pero nosotros no nos movereos de nuestras posiciones.
Una sentada de 5 horas como mínimo se me presenta como un buen momento para meditar e intentar no darle muchas vueltas al hecho de que hoy es seis de enero y de que los Reyes Magos habrán pasado por mi casa y solo se habrán topado con mi perro. Cuento con sus poderes adivinatorios para que sepan que ando perdida entre el hielo y dejen caer alguna cosa en el porche.
Antes de apostarnos (colocarnos en el puesto de caza) Carlo Rizzini, nuestro protagonista en los documentales que preparamos, ha matado un pájaro de mal agüero, otra señal de buena suerte que me acompaña, el trébol sigue sin aparecer.
Después, empieza la espera. El único modo de mimetizarse con la tierra helada es acabar convertida en un témpano de hielo. No por evitar el esfuerzo de andar, la jornada se presenta fácil, se trata de una prueba física importante. Parapetarnos tras las mallas de camuflaje, sentarnos en el suelo helado y permanecer allí durante horas, quietos. a la espera de que lleguen los palomos, puede llegar a superarte si no ejerces tu autocontrol.
He estado tan concentrada en no sentir el dolor que el aire frío infringía a mis pulmones y fosas nasales al respirar, tan consciente de las debilidades de mi cuerpo y de cómo éste se adaptaba a la situación que, salvo para constatar en innato instinto de supervivencia de mi especie, no he podido llevar a cabo ningún tipo de reflexión.
Incluso ahora, cinco horas después de sentarme aquí, en la nada, en el silencio absoluto, solo empiezo a formular pensamienos con proposiciones simples, yuxtapuestas o, a lo sumo, copulativas. Llegar al empleo de subordinadas y al uso de metáforas y demás figuras literarias, supondría un esfuerzo que requeriría, como mínimo, una buena dosis de té bien caliente.
Estado físico: Todo el frío la humedad de Irlanda en mi espalda.
Estado anímico: OK
Estado emocional: lo mismo
7 horas después de levantar las tiendas, 51 palomos abatidos y vamos de vuelta. En el coche, me sorprende una maravillosa puesta de sol. Se lo hago notar por dos veces al resto del equipo, sin éxito, no hay una tercera vez y me hago con el atardecer solo para mí, un excelente regalo de Reyes. Una hora después asistimos a una eclipse y luego,el cielo se cubre de estrellas. Me he acurrucado en mi asiento y, apoyada en el cristal de la ventanilla del jeep, he jugado a imaginar que esta noche, el cielo era todo mío.
(Irlanda, 06/01/2011)
Tomad un mapa de Irlanda. ¿Veis el norte, el oeste? es esa zona de la isla que queda arriba a la izquierda, ésa. Bien, de esa costa, buscad el extremo que más sobresalga... de frente a USA, allí estoy.
Estado físico: Al respirar me sigue molestando el pecho
Estado anímico: óptimo
Estado emocional: ¿?
Hace frío, salimos de noche y hemos llegado aquí al amanecer. Todo está helado, es decir, hoy sufriremos, porque de lo que se trata no es de caminar. Esta jornada la dedicamos a la caza de Colombaci (Palomos). Una vez levantadas las tiendas de camuflaje y colocados los simuladores, permaneceremos sin pestañear hasta que aparezcan.
Pasarán por aquí dos veces, ahora y al atardecer, en las dos ocasiones, en busca de alimento. Pero nosotros no nos movereos de nuestras posiciones.
Una sentada de 5 horas como mínimo se me presenta como un buen momento para meditar e intentar no darle muchas vueltas al hecho de que hoy es seis de enero y de que los Reyes Magos habrán pasado por mi casa y solo se habrán topado con mi perro. Cuento con sus poderes adivinatorios para que sepan que ando perdida entre el hielo y dejen caer alguna cosa en el porche.
Antes de apostarnos (colocarnos en el puesto de caza) Carlo Rizzini, nuestro protagonista en los documentales que preparamos, ha matado un pájaro de mal agüero, otra señal de buena suerte que me acompaña, el trébol sigue sin aparecer.
Después, empieza la espera. El único modo de mimetizarse con la tierra helada es acabar convertida en un témpano de hielo. No por evitar el esfuerzo de andar, la jornada se presenta fácil, se trata de una prueba física importante. Parapetarnos tras las mallas de camuflaje, sentarnos en el suelo helado y permanecer allí durante horas, quietos. a la espera de que lleguen los palomos, puede llegar a superarte si no ejerces tu autocontrol.
He estado tan concentrada en no sentir el dolor que el aire frío infringía a mis pulmones y fosas nasales al respirar, tan consciente de las debilidades de mi cuerpo y de cómo éste se adaptaba a la situación que, salvo para constatar en innato instinto de supervivencia de mi especie, no he podido llevar a cabo ningún tipo de reflexión.
Incluso ahora, cinco horas después de sentarme aquí, en la nada, en el silencio absoluto, solo empiezo a formular pensamienos con proposiciones simples, yuxtapuestas o, a lo sumo, copulativas. Llegar al empleo de subordinadas y al uso de metáforas y demás figuras literarias, supondría un esfuerzo que requeriría, como mínimo, una buena dosis de té bien caliente.
Estado físico: Todo el frío la humedad de Irlanda en mi espalda.
Estado anímico: OK
Estado emocional: lo mismo
7 horas después de levantar las tiendas, 51 palomos abatidos y vamos de vuelta. En el coche, me sorprende una maravillosa puesta de sol. Se lo hago notar por dos veces al resto del equipo, sin éxito, no hay una tercera vez y me hago con el atardecer solo para mí, un excelente regalo de Reyes. Una hora después asistimos a una eclipse y luego,el cielo se cubre de estrellas. Me he acurrucado en mi asiento y, apoyada en el cristal de la ventanilla del jeep, he jugado a imaginar que esta noche, el cielo era todo mío.
(Irlanda, 06/01/2011)
IRLANDA - Al final del Arco Iris
CÓMO MEDITAR SORTEANDO ALAMBRADAS
Esta mañana nos trasladamos de noche aún a la zona en la que cambiaremos de caza, Becadillas. La tos con la que me he despertado apunta a que mi dolor de pecho es bronquitis pero, afortunadamente, sigo sin fiebre.
El amanecer me sorprende mirando a mi alrededor y escuchando a los que me acompañan, entonces caigo en la cuenta de que mientras la distintas circunstancias de la vida te permiten coincidir con los demás en cuanto a gustos, caracteres, intereses o atracciones, el hecho de que dos almas se encuentren resulta extraordinario.
El terreno de esta jornada se reduce a extensiones de fango y juncos, bien secos, bien frescos, que nos llegan por la cintura. Los campos están delimitados por alambras o protectores eléctricos bastante complicados. Entre unos y otros, zanjas anegadas por las que has de deslizarte como si de un tobogán se tratara para bajarlas y luego engancharte como puedes a las matas del otro borde para subirlas. Mi única preocupación es proteger la cámara entre mi pecho y el impermeable. La óptica me esta dando problemas y no quiero acabar de fastidiarla. Pero, después de ingeniármelas de un modo surrealista para sobrepasar cada una de ellas acabo lanzándome de bruces al suelo, girar sobre mi misma y pasar por debajo, digo yo que si el guía lo resuelve así, por qué empeñarme en moverme aquí como si estuviera de excursión. Sigo mi instinto, imito y, eureka, funciona. Acabo embarrada hasta les cejas, me gano la sonrisa del irlandés y la cámara, milagrosamentes sigue a salvo.
Entre tanto, mi cabeza sigue dando vueltas a la cuestión de los encuentros y desencuentros. Resulta casi inversosimil el que dos almas se miren y se reconozcan, quizás por eso o adémás de eso, la mayoría de nosotros no estamos preparados para enfrentarnos a un momento así. Es como tocar el universo con la punta de los dedos y comprender que ese universo eres tú mismo.
Sin embargo, cuando la mente siente el peligro al que la somete el alma liberada tiende a esconderla y huye de un momento, quizás, irrepetible.
Por mi parte, empeño gran parte de mi tiempo en convivir con las dos, mi mente y mi alma, pero cómo cuesta. Por cierto, a esta última hoy la tengo a cobijo, aquí hace mal tiempo y no quiero que se enfríe.
(Irlanda, 05/01/2011)
martes, 4 de enero de 2011
IRLANDA - Bajo la lluvia irlandesa... y de premio, una pluma
CÓMO TOMAR EL TÉ BAJO EL AGUA
Las becadas tienen unas alas proporcionalmente mucho más grandes que su cuerpo, lo que les permite ser muy veloces. Pero, además, en el extremo de cada una de ellas tienen una diminuta y perfecta pluma, cuya forma y suavidad ha sido utilizada por algunos de los mejores pintores de la historia, de ahí su nombre, "La pluma del pintor", hoy me han regalado una de esas plumas, trae suerte, o sea que ya no tengo que volverme loca para encontrar un trébol. Yo, agradezco mi fortuna a ese tierno animal y le rindo homenaje llevándola conmigo.
Segunda jornada de Becadas. Estado físico: me duele el pecho cuando respiro, la rodilla derecha me avisa y debo cubrir con cacao no solo mis labios, también los alrededores de mi nariz y mis lacrimales, los primeros dañados por tanto pañuelo y los segundos cortados por el frío. Estado anímico: bueno. Estado emocional, mejor.
La mañana ha resultado perfecta, nubes y viento pero buenas capturas. Sin embargo hemos debido parar durante más de una hora por la lluvia. ¿Habeis visto alguna vez la lluvia irlandesa?, preciosa. Bueno, solo me lo parecía a mí. Pasando por alto el hecho de que bajo el agua no se graba ni se fotografía, por lo demás me ha encantado escucharla y verla. Refugiados bajo la puerta del maletero de la furgoneta hemos improvisado el almuerzo esperando a que amainara un poco. ¿Habeis tomado alguna vez té bajo la lluvia irlandesa?, yo sí, un gran vaso de té caliente y una porción de dulce ilandés hecho con pasas y guinness, una deliciosa comida en mitad de un paisaje con el que sueño a menudo.
Pero la lluvia no nos ha abandonado en ningún momento. Por la tarde iba y veía coqueteando con la paciencia de los operadores de cámara (la mía estaba ya ganada con tanta delicadeza de colores) y la entrega absoluta de los cazadores, a quienes ni viento, ni lluvia, ni frío les quitaban ni las ganas ni la mirada. La caza de Becadas la estamos realizando en distintos bosques, imaginad que buscamos cuatro puntos exteriores que circundan el bosque y de dos en dos nos colocamos en cada uno de ellos, la pareja de guías comienza a batir desde el suyo por el interior hacia el extremo opuesto y el resto, alrededor, esperamos con las escopetas y cámaras a punto de disparar al más mínimo aleteo.
Ha habido un momento en el que me he alejado del grupo y, bajo la pertinaz lluvia, he paseado. Sí, por unos momentos me he imaginado a mi misma como a Rose en "Sentido y Sensibilidad" salvo que ella, medio desnuda, cae enferma después, y yo espero que no, entre otras cosas porque a mi indumentaria hoy he añadido una par de calcetines más y una chaqueta impermeable que solo me deja al descubierto, los ojos, el resultado, algo así como una mezcla de penitente y caballero Jedi. Además de que continúo aferrada por las noches a mi bote de Couldina.
Durante el paseo, era consciente de que estaba regalándome un recuerdo maravilloso, un recuerdo que, cuando lo rememore dentro de 25 años, me permitirá volver a escuchar mis encharcados pasos, la lluvia sobre mi ropa, el aire que me cortaba la cara, el olor y esa enorme sensación de libertad que no se me despega desde entonces.
¿Habéis permitido alguna vez que la lluvia irlandesa se adueñase de vuestro cuerpo hasta reducirlo a vuestra propia sobra? La curva de un estrecho sendero entre los abetos, el manto de lluvia. A mi derecha, desde la penumbra del bosque me llegan las voces de los guías reclamando a las Becadas, el cazador, escopeta en mano, espera. El tiempo se ha detenido para mí. Al descubierto los ojos, la lluvia, paciente, se desliza hacia la tierra. Para alguien criado en el desierto, un espectáculo. Mis raíces celtas han brotado de mis pies, me han agarrado al suelo y me ha impedido moverme. No se cómo he vuelto al coche, desde mi asiento, aún veo mi sombra allí, enraizada en la tierra, mis brazos se extienden a lo alto, flexibles y verdes y entonces, por segunda vez, doy gracias. Hoy, agradezco mi vida y mi capacidad para disfrutarla.
Es reconfortante, al menos para mí, inventar historias, imaginar experiencias, pero es mucho más hermoso vivirlas. Mi vida, si bien no me deja gozar de la tranquilidad económica que, a estas alturas, necesito, sí me permite disfrutar de estas experiencias y, por supuesto, de compartirlas ahora contigo.
Buenas noches.
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