martes, 1 de octubre de 2013

Adiós, septiembre 2013
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EL CORTO, LA NUEVA APUESTA CULTURAL DE FUNESPAÑA
 
Apoya el Festival Visualízame, Audiovisual & Mujer como instrumento cinematográfico para la reflexión sobre la muerte y el duelo
 
Desde la primera edición de VisualízaMe, Festival Audiovisual & Mujer, organizado por la fundación Inquietarte, un buen número de realizadoras españolas ha demostrado su interés por contar historias cuyos argumentos se centren en la muerte, las distintas formas de encararla y las diferentes maneras con las que el ser humano se enfrenta al duelo. El número de trabajos presentados al festival centrados en este asunto ha ido incrementándose en cada una de las ediciones. Y ha sido precisamente este aumento lo que ha llevado a Funespaña a sumarse como empresa colaboradora con el festival y a instaurar el Premio Especial Funespaña, dotado con 500 euros. al cortometraje que mejor trate el tema de la muerte y el duelo

En esta III edición de VisualízaMe, Festival Audiovisual & Mujer , hemos sabido de secretos que, con la muerte de sus protagonistas, se revelan ya sin el poder de defenestrar ni herir, de la urgencia de vivir ante la proximidad del final de la vida, de muertes que abren los ojos de los vivos, que les muestran el camino, de muertos que no se van, de muertos que se creen vivos, de suicidios por aburrimiento, suicidios por miedo, de bailes con la muerte, de la muerte como parte del ciclo vital y hasta de la muerte escondida, callada y oculta al propio fallecido en los trabajos de diez realizadoras y dos realizadores, doce miradas diferentes a ese último acto.

Los secretos que se desvelan tras la muerte centran dos historias, Alianza (Camila Mantovani, 2012), y Papá ya se ha ido (Sonia Sebastián, 2012). En ambos cortometrajes, la muerte de un hombre desencadena la aclaración de cierta parte oculta en su vida. En los dos casos, las madres, sabedoras y consentidoras, son quienes desvelan los secretos a las hijas, quienes, a su vez, en ese preciso momento se enfrentan a un decisión de peso en sus vidas. Los paralelismos entre ambos cortometrajes acaban ahí, ya que sendas realizadoras enfilan el argumento desde dos registros bien distintos, el drama en el primero y la comedia en el segundo.

El día del entierro de su padre, Maribel (Carla Pérez) encuentra en la casa familiar una Alianza escondida, cuya salida a la luz desvelará la verdadera relación que mantenían sus padres a consecuencia de la doble vida de él con otra mujer. Tras conocer esa nueva cara de la convivencia, la joven debe decidir si se casa con su compañero o no. Otra protagonista, Marina (Celia Freijeiro), cuyo Papá ya se ha ido, y otra decisión, ser o no ser madre. Historia basada en un relato de Elvira Lindo, en la que el secreto a voces de la homosexualidad del padre es desvelado por su viuda (Eulalia Ramón), quien decide explicar dicha identidad sexual argumentando que, en realidad, el finado era un extraterrestre y que su muerte no es sino una vuelta a su planeta.

La muerte como punto de partida
Cuando nos sorprende la muerte a los 80 años llevándose a la única amiga que nos queda viva, solo hay dos opciones, sentarse a esperar que tras acompañar a tu amiga en el último viaje, la parca vuelva a recogernos, o disfrutar los días que disten hasta que la última partida sea la nuestra. Juliana (Jana Herreros, 2013) nos permite conocer a una octogenaria que tiene claro, desde el momento en el que termina el funeral de su amiga, que quiere seguir viviendo en su casa y abrirse a las posibilidades que aún le resten a enterrarse en vida en la residencia de ancianos en la que sus hijas se plantean ingresarla. La muerte de un ser querido, su recuerdo, también ayuda a ver claro el camino a seguir no solo a las personas que viven su edad dorada, Marie (Naira Gómez), es la protagonista de La vida en sus manos (Mercedes Afonso, 2012), recordar a su madre muerta y el tipo de vida que escogió, la ayuda a tomar la decisión de actuar, de escoger mejorar la suya, en lugar de conformarse con vivir la vida que no ha elegido y que no la hace feliz.

El humor es el registro en el que se nos cuenta la historia de unos fantasmas que se ausentan de la casa a la que dotan de alcurnia con su presencia y de otros fantasmas, indocumentados estos, que, pese a no tener “papeles”, se arriesgan a buscar los trabajos que otros espectros de primera abandonan. En la coproducción Presence Required (María Gordillo, 2012), se nos cuenta cómo la imposibilidad de encontrar sustituto al fantasma familiar lleva a uno de los miembros de una pareja de Brooklyn (Tom Bartos) a suicidarse para erigirse como sustituto.

El desconocimiento de cómo pueden ser esos últimos instantes y la necesidad del ser humano de creer que la finitud de su existencia cuenta con una prolongación desconocida pero certera es lo que ha llevado a numerosos cineastas a plantearse cómo se produce la muerte, cómo se lleva a cabo ese tránsito del estado de la viva a ese otro, tan cercano como desconocido. Eso es lo que se nos plantea en Tránsito (Macarena Astorga, 2013), Pablo (Daniel Grao) es un joven que se dirige en coche a una reunión de trabajo mientras habla por teléfono, en algún momento se equivoca de camino, en algún momento se para el motor del coche y con éste su vida sin que él llegue a ser consciente. Abstraído de la realidad, se quedará atrapado en la zona de tránsito aferrado a esa última llamada y negándose a aceptar su irremediable final.

Suicidios
Suicidios por aburrimiento, tristeza y desidia, en definitiva por impotencia ante unas circunstancias vistas como insuperables son las historias que se nos cuentan en Suicidio de un ama de casa (Mónica Negueruela, 2013) y Victorita, Victorita (Nacha Cuevas, 2013). En el primero de los casos, dos amas de de casa, Ana (Marisol Membrillo) y Rebeca (Laura Domínguez), aburridas de sus vidas, encuentran aliciente en la excitación que les supone burlar a la muerte hasta que ésta les sale al encuentro. En el segundo, basado en la novela El día que fuimos héroes de Francisco Rodríguez Tejedor (Alhulia, 2011), un escritor (Imanol Arias), amargado tras haber sido abandonado por su esposa, Victorita, decide quitarse la vida una vez finalizado el relato en el que narra su historia de amor.

No han faltado miradas amables ante la irremediable resolución de la vida, las encontramos en Chan Chan (Pilar Palomero, 2012), cortometraje en el que un viudo (Txema Blasco) se despide de su compañera de andanzas y danzas, abrazando su recuerdo con los compases de un último baile, y en O’Xigante (Luis Da Matta y Julio Vanzel, 2012), una cinta de animación para colorear el ciclo vital ilustrado en la historia de un padre y su hija.

Premio especial Funespaña
El cortometraje ganador de la primera convocatoria del Premio especial Funespaña al cortometraje que mejor trate el tema de la muerte y el duelo ha sido Ojos que no ven (Natalia Mateo, 2012), la historia de una nochebuena particular. La hermana mayor de una familia de tres, (Ana Wagener, Raquel Pérez y Esther Ortega) reúne en su casa al clan como cada año, en torno a la abuela (Asunción Balaguer) ciega. El padre y abuelo, ingresado en una residencia, fallece horas antes de la cena y las hijas deciden no decírselo a la abuela para no amargarle la que podría ser su última nochebuena con la familia, al igual que también le esconden los problemas y avatares que padecen cada una de sus hijas en sus respectivas familias.  La particular manera de afrontar los problemas ignorándolos, tan arraigada en algunos estratos de la cultura popular española y descrita a la perfección en el refrán del que toma título la cinta “Ojos que no ven, corazón que no siente”, queda fiel e irónicamente reflejada en este finísima tragicomedia.