sábado, 8 de noviembre de 2014

INQUIETARTE/INQUIETA
Con Aurelia Jiménez Godoy (hacer click para ver imagen completa)
 
Miércoles, 5 de noviembre de 2014 (publicado en http://www.inquietarte.es/ampliab.php?id=642)
 
INQUIETAS / Yolanda Cruz - La normalización de la violencia machista

Que el poder, económico, social y cultural, continúe estando en manos de los hombres mayoritariamente, es una de las causas que permite que estos puedan ejercer violencia sobre la mujer y que la normalización de la violencia machista por la sociedad es un hecho, lamentable pero un hecho, fueron las principales conclusiones alcanzadas en las II jornadas sobre Violencia machista en el cine que, con el título de Crisis, sexo y canibalismo, ha organizado Fundación Inquietarte con la asociación de Mujeres Juristas de Almería.

Las jornadas, coordinadas por Aurelia Jiménez Godoy, presidenta de Mujeres Juristas, tuvieron lugar en la Casa de las Mariposas de Almería y en su programa incluían, además de la proyección de Tryouts (Susana Casares, 2013), el cortometraje ganador del premio que esta asociación profesional concede en el marco del festival VisualízaMe, Audiovisual & Mujer, la de una selección de cortometrajes cuyo contenido se fundamenta en la violencia machista ejercida sobre la mujer en distintos ámbitos y a distintos niveles.

Al igual que en el resto de los cortometrajes que han participado en la IV edición de VisualízaMe, Audiovisual & Mujer, los audiovisuales centrados en la violencia de género también son muestra de la presencia de la crisis narrada a través del sexo y del canibalismo, los temas mayoritariamente tratados por los cortometrajistas en esta edición.

La selección de cortometrajes proyectados la integraban María de Mónica Lairana (2013) ganador del premio al mejor cortometraje de Ficción, Insania de Daniel Diosdado (2013), Asesinos ¿dígame?, de Raquel Polo (2013), Celebraciones de Paz Piñar y Al otro lado de la puerta de María Soriano (2013); títulos que narran historias de esclavitud sexual, violaciones, abusos de poder, humillaciones y normalización de agresiones a las mujeres.

En su corto María, la argentina Mónica Lairana muestra la prostitución de manera sórdida y brutal, apoyada en un más que correcto uso del lenguaje cinematográfico. El espectador asiste a la animalización de la Mujer, llamada María como representante de todas las hembras, y al  modo en el que es devorada por sus explotadores, cómo desaparece, literalmente, bajo los cuerpos anónimos de los hombre que la usan. La crisis es el motivo por el que María ha pasado de perseguir sueños a ser explotada y alimentada como si de un animal se tratara, mientras permite lucrarse a quienes la compran y venden.

Insania de Daniel Diosdado y Al otro lado de la puerta de María Soriano ilustran dos intentos de violación en los que las víctimas, las mujeres, optan por actuar en lugar de limitarse a reaccionar. En ambos casos, lejos de buscar que sus agresores finalicen pronto el acto de la violación infiriéndoles el menor daño posible, las víctimas persiguen la sorpresa del agresor, un estupor que les permita ser quienes controlen la situación. Los dos trabajos abarcaron buena parte del debate posterior, las propuestas arriesgadas de Diosdado y de Soriano no dejaron indiferente al público, antes bien le generaron una mezcla de rechazo y empatía hacia ambas protagonistas que solo encontró su equilibrio en la idea común de que ambas violaciones se intentan ejecutar desde la situación de poder que ostenta el hombre sobre la mujer, siendo este poder, social y mayoritariamente aceptado,  una de las principales causas y orígenes de la violencia machista que se ejerce sobre la mujer.

El peligro que entraña la normalización de la violencia machista y sus consecuencias son los argumentos de Asesinos ¿dígame?, de Raquel Polo y de Celebraciones de Paz Piñar. En Asesinos..., Polo da una vuelta de tuerca y presenta una sociedad en la que la violencia machista ha ido más allá de una normalización, ahora los agresores son atendidos y entendidos como víctimas de su pareja, de una mujer cuya actitud les “obliga” a agredirla e incluso a ocasionarle la muerte, en un intento de “defenderse” de ella.

Con el cortometraje de Paz Piñar, asistimos a la celebración del cumpleaños del cabeza de una familia “normal”; pareja de clase media alta con dos hijos, uno de ellos adolescente, en un restaurante de categoría en el que dicho homenajeado recibe un trato de favor, a causa de su presumible alto estatus social y económico. El modo prepotente y grosero en el que se dirige tanto a su familia como al personal del restaurante resulta sin duda familiar para una buena parte del público que reconoce la normalización de tal comportamiento por la sociedad. Las consecuencias que, en la educación de los hijos de dicha pareja, imitadores de comportamientos, tiene esa violencia  soterrada para con la mujer, ya sea la esposa, la camarera o la protagonista de los chistes y anécdotas que el padre insiste en contar, son inevitables y dañinas tanto para los hijos como para quienes acabarán siendo sus víctimas.

Si bien la normalización no está presente en todos los cortometrajes, sí lo está el poder, social, político, económico o físico, desde el que el hombre ejerce su violencia, silente o no, psicológica o física, letal o no, pero machista en todos los casos.

La Madrastras canibal, auxiliares y tesoros
Un cuento con heroína valiente y luchadora es el que se nos cuenta en Tryouts de Susana Casares (2013), una Caperucita violeta, como se nos presenta la protagonista. Un heroína atrapada entre dos culturas, la estadounidense, y la de su familia, emigrante musulmana. Nayla desea ser animadora del equipo deportivo de su instituto, se prepara las pruebas de acceso con una amiga y consigue superarlas. Sin embargo, mientras la entrenadora le advierte de la imposibilidad de que pueda tocarse la cabeza con el hiyab si quiere asistir a los entrenamientos y partidos, en casa, pese a la complicidad del padre, se encuentra con la total negativa de la madre a permitirle mostrar su cabello. De esta manera, Nyla se encuentra en el vértice de un triángulo flanqueado por dos símbolos de la madrastra canibal de los cuentos de tradición oral, la entrenadora y la madre.

Fuera de este triángulo, otros tres personajes de los cuentos de hadas, el auxiliar, representado por el padre, el único que la ayuda en su intento de conseguir su sueño; el falso auxiliar; la amiga con la que se prepara la prueba y que la abandona ante la imposibilidad de que pueda formar parte del equipo sin desprenderse del hiyab; y el tesoro o talismán, la hermana pequeña de Nyla, cuya corta edad le permite mostrar aún su pelo. Ver jugar a la pequeña imitando sus bailes de animadora con el cabello suelto es el revulsivo que la heroína necesita para buscar la solución a su problema. Una solución “salomónica” e impactante que le va a permitir desafiar a las dos madrastras, a las dos culturas, en resumen, a la intransigencia.