sábado, 22 de enero de 2011

PENSAMIENTOS - Planos sucios



De cómo recuperarte en una imagen


Estos días estoy trabajando en el guion de uno de los documentales que he ido a grabar a Irlanda. Hasta ahora, el trabajo ha consistido en ver las imágenes que grabaron mis compañeros para dedicir cuáles pueden servir mejor a la hora de ilustrar la historia que centra nuestro documental.


Viendo esas imágenes, de tanto en tanto, me descubro a mí, sorprendida por el ojo de cristal de alguna de las cámaras, mientras trabajo. Cuando eso ocurre me encuentro ante un "plano sucio", es decir, un plano que no podré uitilizar porque distorsiona la "realidad" que vamos a enseñar, es decir, una batida de caza en Irlanda en la que, pese a que somos los ojos y las parcas, no debemos estar ni mis compañeros ni yo.


Es un hecho que las imágenes de cualquier historia, documental, película, reportaje, etc., han sido grabadas y que la propia historia no solo ha sido dirigida si no que, con anterioridad, ha sido escrita. Pero la primera condición que nuestro trabajo requiere es conseguir que, el "espectador" para el que nos esforzamos olvide o mejor, deje de ser consciente de nuestra mano y nuestra presencia. Desde el primer fotograma o el primer frame, tenemos que conseguir no estar. Que los créditos iniciales y finales del documental sean las únicas ventanas posibles que permitan al "espectador" atravesar de la realidad a la ficción, al ensueño. Y que, una vez allí, olvide la previa construcción de esa "irrealidad" y, simplemente, se instale en ella .


De ahí que si alguno del equipo es "capturado" por el ojo de cristal deba ser eliminado y el plano en el que aparece, nunca será utilizado en el montaje. No solo un plano está sucio cuando muestra lo que no interesa si no cuando está movido, cuando no ofrece un correcto encuadre, etc. Sin embargo son los planos sucios por acoger "fantasmas" los que me llevan a escribir hoy. Y no los denomino fantasmas por inexistentes o presuntuosos, si no por ser las imágenes de alguien que han quedado impresas en la fantasía o, en este caso, en las cintas que estoy revisando, que para mí, fantasma y, al mismo tiempo, autora de esta obra, viene a ser lo mismo.
Recupero mi memoria en cada uno de los momentos que desecho . A hurtadillas, parece que encogiera para contemplarme sin ser vista mientras repaso la grabación a doble velocidad. Antes de enfrentarme a estos brutos (llamase brutos en el argot visual a las imágenes tal y como fueron grabadas, sin cortes ni montaje), ordené y catalogué las fotografías. No es lo mismo. En parte porque yo soy quien ha realizado el seguimiento fotográfico del trabajo y cuando he capturado mi sombra , sin intención alguna de hacerla coser por nadie a mis zapatillas, o mi imagen reflejada en un espejo, lo he hecho a conciencia; y en parte porque cuando otros me han fotografiado, de manera inconsciente, he posado a conciencia.
No, descubrirme de improviso es otra cosa. Sobre todo, si tengo en cuenta un importante matiz, quien grababa no estaba pendiente de mí, yo me colaba en su encuadre sin querer, de ahí que haya ensuciado algunos planos. Por eso este encuentro conmigo adquiere una connotación mística. Esa imagen de mi gesticula, frunce el ceño al pensar o se humedece los labios como cuando no siente que la observa nadie, cuando carece de la intención de comunicar, cuando sencillamente se expresa por el mero hecho de estar, de ser.
Y entonces caigo en la cuenta de que proyectamos tantas imágenes como miradas se muestran atentas. Mientras me hallo cómodamente sentada en mi estudio, frente al ordenador, me contemplo embutida en ropa de camuflaje, tomando notas y fotografiando. Qué lejos se me antojan ahora el frío, el cansancio, los tobillos doloridos. Mientras el ojo de cristal me apresaba sin querer en su retina, yo escribía preocupada por no sentir las yemas de los dedos.
Me miro despacio, no me cuesta reconocerme concentrada, taconeando para entrar calor, escribiendo a duras penas, sonriendo cuando me dirijo a alguien y seria cuando pienso, busco, observo y recuerdo. He jugado, como si se tratase de acunar una muñeca, a darme y robarme tiempo acelerando las imagenes hacia adelante y hacia atrás. En un instante, congelado el plano y helada mi imagen, he temblado yo cuando, a saber por qué estratagema de mi subconsicente, me ha venido a la memoria el miedo manifiesto de muchos aborígenes a ser fotografiados por temor a que la foto les robase el alma.


lunes, 10 de enero de 2011

PENSAMIENTOS - De vuelta

CÓMO REGRESAR EN EL TIEMPO SIN SENTIMIENTO DE PÉRDIDA


Para regresar de Dublín, una vez más he debido trasladarme en el tiempo y, de nuevo, tengo la sensación extraña de haber perdido no se dónde ni cuándo, sesenta minutos de mi vida. Trato de no darle muchas vueltas porque tengo que emplear mi cabeza en organizar una agenda que, enfadada por mi desapego la última semana, se me presenta despeinada y con cara de poco de amigos.
No tengo frío, pero no me libero de la sensación de cansancio. Estoy en manga corta y dejo que el aire entre por la ventana del estudio. Si no fuera por los recuerdos que en mi piel han dejado los salvajes caminos que he frecuentado, me costaría creer que ayer, a estas horas, meditaba sentada en la Catedral de Saint Andrews.
Es entonces cuando recuerdo los pensamientos que me mecían junto a una de las lápidas celtas que allí encontré y estos vuelven a entretenerme ahora. A menudo, y alguno de vosotros lo sabeis, doy vueltas a la relación que todos mantenemos con el lenguaje y cómo, si bien nos permite la comunicación no garantiza que ésta sea posible. A mi mente, en la oscuridad y el silencio que me ofrecía la catedral, vino el rostro de alguien importante para mí. Tras su rostro, alguna de sus palabras, sus gestos... aquel recuerdo despertó sentimientos en mí, sentimientos que no reciben el mismo calificativo si los describo yo que si los describe la persona que me los causa.
El lenguaje nos permite, en primer lugar, comunicarnos. Como los niños pequeños que aprenden a hablar, lo primero que hacemos con lo que hay a nuestro alrededor, es nominar. Darle noombre, a la casa, a las sillas, a los libros, a las fotos, a todo... ése es el primer paso y es un paso importante, nos permite un consenso y así a contar con un código mediante el que comunicarnos.
Pero despés llega el segundo paso, calificar. Ahí empieza el peligro. Podemos calificar un silla, ésta puede ser alta, baja, plegable, blanca, negra, grande, pequeña, etc. Pero es que también calificamos a las personas, los sentimientos y las relaciones que mantenemos con ellas. Y cuando el sentimiento que nos provoca una persona no encaja con la calificación que "deberíamos" darle, cuando no sabemos cómo calificar la relación que mantenemos con ella ¿qué hacemos?... tenemos dos opciones, tal y como yo lo veo. Bien damos de lado ese sentimiento, esa relación, bien seguimos con ella en la mochila pero tamizada, vestida con una calificación que nos permita guardarla, que nos permite contar con ella sin que resulte incomprensible al resto, a los que emplean mi mismo código, es más, sin que nos resulte incomprensible a nosotros mismos.
Lo más sensato es lo primero, lo más cómodo lo segundo (y sigo calificando) pero ¿siempre lo sensato y lo cómodo coinciden con lo que debiera ser?. Intento seguir los consejos de Dalai Lama y mirar a mi alrededor con los ojos del corazón, de hecho, lo consigo en la mayoría de los casos, pero es un trabajo duro y difícil, ser capaz de dar nombre a todo lo que siento sin que la calificación que más se acerque a mi deseo me asuste.
¿por qué os cuento esto? porque hoy intento que la calificación ajena no me confunda y que la mía no me asuste, afrontarla tranquila, con la vista alzada y una sonrisa.... si esas emociones nacen de mi, no deben ser malas.
(Aguadulce/10/01/2011)

domingo, 9 de enero de 2011

IRLANDA - Tumbas Celtas


CÓMO MIRARSE EN EL ESPEJO Y NO CONFUNDIRSE CON LO QUE VEN LOS DEMÁS

Viendo la cantidad de almendros que me encuentro en cada esquina, concluyo que visitar esta ciudad en primavera debe ser una maravilla.

El día en el que más fró he sentido durante toda esta semana ha sido el de hoy. Algo he aprendido del clima irlandés; si llueve no hace frío, debe ser que la capa de nubes que no acaba de irse mientras te bañas con las diminutas, aunque persistentes gotas, te protege de las bajas temperaturas porque los dos únicos días en los que hemos visto el sol, el frío se burlaba de nosotros y de nuestra inocente creencia de estar a salvo bajo los gorros, bufandas y chaquetones. Incluso, y pese a que todos con quienes hemos hablado nos han asegurado que aquí no nieva nunca, hemos visto caer suaves y tenues copos durante unos minutos.

La más baja de las temperaturas de hoy nos ha sorprendido en los jardines de la Catedral de Saint Andrews, yo buscaba sin aliento el pozo de Saint Andrews pero no ha habido manera, con lo que sí me he topado en el interior de la catedral ha sido, entre otras, con la tumba del creador de Gulliver, Swift, y varias lápidas celtas.

Hay dos manías que me acompañan desde niña, oler el interior de cualquier libro, revista o libreta que llegue a mis manos, y tocar aquello que me resulta atractivo o sugerente, el pelo de una pelirroja que espera a que el semáforo se ponga en verde delante de mí, la fruta en el mercado, la arena caliente, las orejitas de un gato, las patas de un cangrejo en la pescadería, el algodón de azúcar de la feria, el aire desde la ventanilla del coche y las piedras. Rara es la catedral, torre, totem o runa que se ha librado del tacto de mis ansiosos dedos.

Por eso, esta tarde, me he detenido un buen rato frente a las lápidas celtas de Saint Andrews, en particular, frente a una de ellas. He acariciado con mi mano derecha esta piedra rugosa y desgastada por el frío, el viento y el agua, pero que aún conservaba la cruz celta en su parte superior. En ese momento, cierro los ojos y miro con el corazón. Entonces puedo sentir el repiqueteo de la lluvia sobre ella, el perfume de la hierba fresca a su alrededor y, quién sabe por qué, el sonido de un galopar que se aleja hacia el norte.

He recorrido el círculo que rodeaba la cruz en el sentido inverso a las agujas del reloj, de manera inconsciente, quizás en un intento de invertir el tiempo. Así, como si de un pincel se tratase, la punta de mis dedos, ha dibujado un instante en el que, una vez, hubo un alma que dejo atrás su armadura, el cuerpo en el que había habitado, para que descansara bajo esta piedra.

En silecio, sentada junto a la losa, he dejado que mi respiración recuperase su ritmo, mis pies el tiempo y mis ojos, la penumbra que nunca hubiese imaginado en una catedral gótica en buena parte.

Más tarde, durante unos minutos me he encontrado en los servicios del Temple Bar, rodeada de bellezas irlandesas, la única barra de labios color cereza era la mía. Si ya cuando estudiaba en Granada me maravillaba que hubiera chicas que para salir los sábados por la noche se vistiesen con faldas, imaginad como me quedo ahora, varios años después y a bastante menos grados... sigo embutada de ropa y ayer perdí uno de los pendientes. Qué importa.

Esta noche hemos cenado en un indio. Después de invitarles a seguir este blog durante toda la semana, mis compañeros de viaje. Alessandro "Pidoquio" y Federico "Guigo" Di Carlo se han molestado porque no los he nombrado aquí... No sabía qué responder... así que el único remedio es citarlos ahora (me pregunto si ellos en sus blogs que también los tienen, me han citado a mí. Es broma). Los chapoteos en el fango, las bajas temperaturas, los pésimos cafés, las estupendas cervezas, el frío indescriptible, la música en directo del Temple Bar, el hielo, los kilómetros de marcha... los hemos sufrido, gozado y vivido los tres.

Mañana vuelvo (volvemos) a España... esta etapa de mi Bitácora dará paso a otra.

(Dublín, 08/01/2011)

sábado, 8 de enero de 2011

IRLANDA - Del lago Owel a Dublín

CÓMO PASAR DE DORMIR CON LAS HADAS A USAR PENDIENTES


Las dos últimas noches he dormido en la maravillosa casa que la familia Rizzini tiene a orillas del lago Owel. Hasta esta mañana no he podido disfrutar lo maravilloso del paisaje ya que los dos días hemos regresado de noche cerrada y nos hemos levantado igual. Pero hoy si me he regalado una buena dosis de mirada y quietud durante un buen rato.


Buena parte del lago ya estaba helado. Me dicen que en Irlanda no nieva nunca gracias a que la corriente del Golfo de Méjico, de la que ya os he hablado, suaviza las temperaturas, pero desde que estoy aquí con lo que sí me he topado cada día ha sido con el hielo.


Ahora, desde los ventanales de la cocina, me caliento con un té y sigo los movimientos de los caballos que, bien abrigados, pastan en la orilla. A mi izquierda, algo singular. Aparentemente (ya os lo mostraré) un túmulo funerario cuyo origen no acierto a concretar, sin embargo, ese pequeño y, a todas luces, artificial montículo de tierra que se alza frente al Owel como si de un palco se tratara, es mucho más.


De todas las versiones que me han contado me quedo con la más fantástica y es la que os cuento. Ese montículo artificial está levantado allí, precisamente, por las hadas, sí, sí, habéis leído bien, las hadas. Ellas se fabrican estas elevaciones a la orilla del río para tenerlo cerca y, al tiempo, protegerse de él... Dado que, aunque ésa esa su casa, ellas se mueven con total libertad por cualquier parte de los bosques y campos, los irlandeses están convencidos de que nada de lo que los montes ofrecen, hablan de flores principalmente, puede ser cortado ya que es propiedad de ellas.


Nuestra anfitriona me cuenta que no consiguió que una chica que trabajaba con ella le recogiese unas flores para decorar la mesa, es más, uno de los árboles que se alzan en el montículo, presentaba una forma dantesca que a ella le recordaba a un hombre clamando al cielo. Bien, debieron localizar a un hombre que vivía en otro pueblo y que no conocía la leyenda (quizás un inmigrante) para que se lo talara. Consiguió a este valiente jardinero a través de un conocido local, pero éste nunca ha desvelado el nombre del osado campesino.


Si te descuidas, las hadas entran en casa, juegan a abrir y cerrar las puertas, hacen que te desaparezcan las cosas... ellas pueden, al fin y al cabo vivían allí mucho antes de que tú dejases de creer en ellas ¿no?... En cualquier caso, no he caminado sobre la hierba medio helada de los alrededores,no he querido que mis torpes pies tropezaran con alguna.


De las orillas del Owel a las del river liffey... solo una hora de coche... Dejamos las cosas en el hotel y nos vamos al centro. Me han hablado tanto del Temple Bar (Los templario y Yolanda, qué larga historia) que mi primera guinness la bebo allí.


(Dublín 7/01/2011)

jueves, 6 de enero de 2011

IRLANDA - En el hielo

CÓMO MIMETIZARSE EN UNA TIERRA HELADA

Tomad un mapa de Irlanda. ¿Veis el norte, el oeste? es esa zona de la isla que queda arriba a la izquierda, ésa. Bien, de esa costa, buscad el extremo que más sobresalga... de frente a USA, allí estoy.

Estado físico: Al respirar me sigue molestando el pecho
Estado anímico: óptimo
Estado emocional: ¿?

Hace frío, salimos de noche y hemos llegado aquí al amanecer. Todo está helado, es decir, hoy sufriremos, porque de lo que se trata no es de caminar. Esta jornada la dedicamos a la caza de Colombaci (Palomos). Una vez levantadas las tiendas de camuflaje y colocados los simuladores, permaneceremos sin pestañear hasta que aparezcan.

Pasarán por aquí dos veces, ahora y al atardecer, en las dos ocasiones, en busca de alimento. Pero nosotros no nos movereos de nuestras posiciones.

Una sentada de 5 horas como mínimo se me presenta como un buen momento para meditar e intentar no darle muchas vueltas al hecho de que hoy es seis de enero y de que los Reyes Magos habrán pasado por mi casa y solo se habrán topado con mi perro. Cuento con sus poderes adivinatorios para que sepan que ando perdida entre el hielo y dejen caer alguna cosa en el porche.

Antes de apostarnos (colocarnos en el puesto de caza) Carlo Rizzini, nuestro protagonista en los documentales que preparamos, ha matado un pájaro de mal agüero, otra señal de buena suerte que me acompaña, el trébol sigue sin aparecer.

Después, empieza la espera. El único modo de mimetizarse con la tierra helada es acabar convertida en un témpano de hielo. No por evitar el esfuerzo de andar, la jornada se presenta fácil, se trata de una prueba física importante. Parapetarnos tras las mallas de camuflaje, sentarnos en el suelo helado y permanecer allí durante horas, quietos. a la espera de que lleguen los palomos, puede llegar a superarte si no ejerces tu autocontrol.

He estado tan concentrada en no sentir el dolor que el aire frío infringía a mis pulmones y fosas nasales al respirar, tan consciente de las debilidades de mi cuerpo y de cómo éste se adaptaba a la situación que, salvo para constatar en innato instinto de supervivencia de mi especie, no he podido llevar a cabo ningún tipo de reflexión.

Incluso ahora, cinco horas después de sentarme aquí, en la nada, en el silencio absoluto, solo empiezo a formular pensamienos con proposiciones simples, yuxtapuestas o, a lo sumo, copulativas. Llegar al empleo de subordinadas y al uso de metáforas y demás figuras literarias, supondría un esfuerzo que requeriría, como mínimo, una buena dosis de té bien caliente.

Estado físico: Todo el frío la humedad de Irlanda en mi espalda.
Estado anímico: OK
Estado emocional: lo mismo

7 horas después de levantar las tiendas, 51 palomos abatidos y vamos de vuelta. En el coche, me sorprende una maravillosa puesta de sol. Se lo hago notar por dos veces al resto del equipo, sin éxito, no hay una tercera vez y me hago con el atardecer solo para mí, un excelente regalo de Reyes. Una hora después asistimos a una eclipse y luego,el cielo se cubre de estrellas. Me he acurrucado en mi asiento y, apoyada en el cristal de la ventanilla del jeep, he jugado a imaginar que esta noche, el cielo era todo mío.

(Irlanda, 06/01/2011)

IRLANDA - Al final del Arco Iris



CÓMO MEDITAR SORTEANDO ALAMBRADAS
Esta mañana nos trasladamos de noche aún a la zona en la que cambiaremos de caza, Becadillas. La tos con la que me he despertado apunta a que mi dolor de pecho es bronquitis pero, afortunadamente, sigo sin fiebre.
El amanecer me sorprende mirando a mi alrededor y escuchando a los que me acompañan, entonces caigo en la cuenta de que mientras la distintas circunstancias de la vida te permiten coincidir con los demás en cuanto a gustos, caracteres, intereses o atracciones, el hecho de que dos almas se encuentren resulta extraordinario.
El terreno de esta jornada se reduce a extensiones de fango y juncos, bien secos, bien frescos, que nos llegan por la cintura. Los campos están delimitados por alambras o protectores eléctricos bastante complicados. Entre unos y otros, zanjas anegadas por las que has de deslizarte como si de un tobogán se tratara para bajarlas y luego engancharte como puedes a las matas del otro borde para subirlas. Mi única preocupación es proteger la cámara entre mi pecho y el impermeable. La óptica me esta dando problemas y no quiero acabar de fastidiarla. Pero, después de ingeniármelas de un modo surrealista para sobrepasar cada una de ellas acabo lanzándome de bruces al suelo, girar sobre mi misma y pasar por debajo, digo yo que si el guía lo resuelve así, por qué empeñarme en moverme aquí como si estuviera de excursión. Sigo mi instinto, imito y, eureka, funciona. Acabo embarrada hasta les cejas, me gano la sonrisa del irlandés y la cámara, milagrosamentes sigue a salvo.
Entre tanto, mi cabeza sigue dando vueltas a la cuestión de los encuentros y desencuentros. Resulta casi inversosimil el que dos almas se miren y se reconozcan, quizás por eso o adémás de eso, la mayoría de nosotros no estamos preparados para enfrentarnos a un momento así. Es como tocar el universo con la punta de los dedos y comprender que ese universo eres tú mismo.
Sin embargo, cuando la mente siente el peligro al que la somete el alma liberada tiende a esconderla y huye de un momento, quizás, irrepetible.
Por mi parte, empeño gran parte de mi tiempo en convivir con las dos, mi mente y mi alma, pero cómo cuesta. Por cierto, a esta última hoy la tengo a cobijo, aquí hace mal tiempo y no quiero que se enfríe.
(Irlanda, 05/01/2011)

martes, 4 de enero de 2011

IRLANDA - Bajo la lluvia irlandesa... y de premio, una pluma


CÓMO TOMAR EL TÉ BAJO EL AGUA

Las becadas tienen unas alas proporcionalmente mucho más grandes que su cuerpo, lo que les permite ser muy veloces. Pero, además, en el extremo de cada una de ellas tienen una diminuta y perfecta pluma, cuya forma y suavidad ha sido utilizada por algunos de los mejores pintores de la historia, de ahí su nombre, "La pluma del pintor", hoy me han regalado una de esas plumas, trae suerte, o sea que ya no tengo que volverme loca para encontrar un trébol. Yo, agradezco mi fortuna a ese tierno animal y le rindo homenaje llevándola conmigo.
Segunda jornada de Becadas. Estado físico: me duele el pecho cuando respiro, la rodilla derecha me avisa y debo cubrir con cacao no solo mis labios, también los alrededores de mi nariz y mis lacrimales, los primeros dañados por tanto pañuelo y los segundos cortados por el frío. Estado anímico: bueno. Estado emocional, mejor.
La mañana ha resultado perfecta, nubes y viento pero buenas capturas. Sin embargo hemos debido parar durante más de una hora por la lluvia. ¿Habeis visto alguna vez la lluvia irlandesa?, preciosa. Bueno, solo me lo parecía a mí. Pasando por alto el hecho de que bajo el agua no se graba ni se fotografía, por lo demás me ha encantado escucharla y verla. Refugiados bajo la puerta del maletero de la furgoneta hemos improvisado el almuerzo esperando a que amainara un poco. ¿Habeis tomado alguna vez té bajo la lluvia irlandesa?, yo sí, un gran vaso de té caliente y una porción de dulce ilandés hecho con pasas y guinness, una deliciosa comida en mitad de un paisaje con el que sueño a menudo.
Pero la lluvia no nos ha abandonado en ningún momento. Por la tarde iba y veía coqueteando con la paciencia de los operadores de cámara (la mía estaba ya ganada con tanta delicadeza de colores) y la entrega absoluta de los cazadores, a quienes ni viento, ni lluvia, ni frío les quitaban ni las ganas ni la mirada. La caza de Becadas la estamos realizando en distintos bosques, imaginad que buscamos cuatro puntos exteriores que circundan el bosque y de dos en dos nos colocamos en cada uno de ellos, la pareja de guías comienza a batir desde el suyo por el interior hacia el extremo opuesto y el resto, alrededor, esperamos con las escopetas y cámaras a punto de disparar al más mínimo aleteo.
Ha habido un momento en el que me he alejado del grupo y, bajo la pertinaz lluvia, he paseado. Sí, por unos momentos me he imaginado a mi misma como a Rose en "Sentido y Sensibilidad" salvo que ella, medio desnuda, cae enferma después, y yo espero que no, entre otras cosas porque a mi indumentaria hoy he añadido una par de calcetines más y una chaqueta impermeable que solo me deja al descubierto, los ojos, el resultado, algo así como una mezcla de penitente y caballero Jedi. Además de que continúo aferrada por las noches a mi bote de Couldina.
Durante el paseo, era consciente de que estaba regalándome un recuerdo maravilloso, un recuerdo que, cuando lo rememore dentro de 25 años, me permitirá volver a escuchar mis encharcados pasos, la lluvia sobre mi ropa, el aire que me cortaba la cara, el olor y esa enorme sensación de libertad que no se me despega desde entonces.
¿Habéis permitido alguna vez que la lluvia irlandesa se adueñase de vuestro cuerpo hasta reducirlo a vuestra propia sobra? La curva de un estrecho sendero entre los abetos, el manto de lluvia. A mi derecha, desde la penumbra del bosque me llegan las voces de los guías reclamando a las Becadas, el cazador, escopeta en mano, espera. El tiempo se ha detenido para mí. Al descubierto los ojos, la lluvia, paciente, se desliza hacia la tierra. Para alguien criado en el desierto, un espectáculo. Mis raíces celtas han brotado de mis pies, me han agarrado al suelo y me ha impedido moverme. No se cómo he vuelto al coche, desde mi asiento, aún veo mi sombra allí, enraizada en la tierra, mis brazos se extienden a lo alto, flexibles y verdes y entonces, por segunda vez, doy gracias. Hoy, agradezco mi vida y mi capacidad para disfrutarla.
Es reconfortante, al menos para mí, inventar historias, imaginar experiencias, pero es mucho más hermoso vivirlas. Mi vida, si bien no me deja gozar de la tranquilidad económica que, a estas alturas, necesito, sí me permite disfrutar de estas experiencias y, por supuesto, de compartirlas ahora contigo.
Buenas noches.

lunes, 3 de enero de 2011

IRLANDA - Pasados por hielo

CÓMO SOBREVIVIR AL PRIMER DÍA
Prueba superada. En un rato cenamos pero ya hemos tomado nuestra primera cerveza para celebrar las piezas del día en el bar del hotel, aún con las botas puestas.
Desde las 09:00 de la mañana, cuando ha salido el sol y hasta que ha desaparecido, cerca de las 17:00, solo hemos parado media hora para comer algo de pie. No se nos ha dado mal. El terreno es muy difícil, musgo, troncos, arenas movedizas (en serio) y hielo, mucho hielo. Mis compañeros han dejado de mirarme extrañados después de una par de horas de marcha y de verme equipada como un oso polar dando tumbos por el bosque.
Dos pares de calcetines, pantalones de caza, pantalones impermeables, botas, camiseta de tirantas, camiseta de manga corta, camiseta de manga larga, sudadera, chaleco para el trabajo, y chaqueta polar, guantes y gorro... sí, todo eso, pero es la manera de trabajar segura, medianamente caliente y, por lo tanto, tranquila.
Me encuentro bien, no demasiado cansada pero me molestan los tobillos, no llevo mis botas si no unas de caza en campo de agua que no se me ajustan y los he forzado mucho. Por lo demás bien, uno de los guías y un cazador se han colado en una fosa y han acabado con agua hasta las axilas y yo solo me he resbalado un par de veces, me he clavado hasta la ingle con mi pobre pierna derecha en una ocasión y he blasfemado un montón de veces, por lo demás... muy bien, bueno, el frío ha sido tan grande que creí que me saldrían llagas en los dedos de los pies y mi nariz ha necesitado dos paquetes de pañuelos para respirar, pero bien.
Ya basta de lamentos. Lo importante es que la caza ha ido bien, mañana tendremos la segunda jornada de becadas, si el día va como hoy tendremos buen material. Pese a lo fatigoso, es agradable el estado de meditación al que te lleva el ejerccio físico, al menos a mí. En un principio mi cuerpo está alerta y reconoce y sufre cada uno de los esfuerzos que realiza, después éste pasa a un segundo plano y es mi mente la que manda.
(continuo después de la cena)
En uno de estos momentos de lucidez, como yo los llamo, me he dado cuenta de que es mucho más difícil sobrevivir a un sentimiento que a una jornada de marcha sobre el hielo, y ¿por qué? ... en este instante, aquí, sola frente al teclado y después de haber mantenido dos conversaciones importantes esta noche, creo que conozco la respuesta. Para caminar sobre le hielo nos preparamos a conciencia, física y mentalmente, para dejarnos rozar por un sentimiento no. Cuando caminas y cada paso te duele sabes con certeza que te acercas al final del día y que pronto cambiarás el bosque por una ducha caliente, el futuro te evade del presente o te motiva para superarlo, sin embargo, cuando estamos tocados por la divina y mortal mano de los sentimientos perdemos cualquier noción de tiempo y conveniencia, y algo tan intangile bloquea más que una masa de agua de helada.
Si mañana voy a salir ahí fuera, a pesar de la couldina que me acabo de tomar, a caminar seis horas en busca de una imagen, de una historia, el resto debería ser más fácil.
Antes de acostarme quiero compartir con vosotros una de las dos conversaciones que he mantenido esta noche, (y solo es la primera) de este viaje iniciático a las tierras de Avalon. Después de unos deliciosos espagueti a la langosta y champán francés, nos hemos hermanado con un grupo de franceses a los que hoy hemos vencido en capturas, hablábamos de la vida, del modo en el cual cada uno la vivía, uno de los cazadores del grupo, me ha sugerido que tomase la vida como un metro, y que en los 80 centímetros más o menos, me detuviese, que midiera el espacio que quedaba entre los centímetros que marcaban mi edad y el final y que valorase si lo que quedaba lo vivía como realmente quería. No se si recomendároslo, es una descripción demasiado plástica.
El caso es que yo no estoy del todo insatisfecha, a pesar de ser consciente de que estiro mucho mis días me quedan ganas de extenderlos más... para lo que sí me ha servido ha sido para recordar la otra conversación, la que no os cuento, y para obligarme a cuidarme un poquito este corazón y a dejar que lo que siente fluya, sin que lo deje exhausto.
(Mañana sigo intentando lo de las fotos)

IRLANDA Acoplamiento Bajo cero

CÓMO INTEGRARSE EN UN GRUPO DE CAZADORES SI LLEVO CÁMARA FOTOGRÁFICA EN LUGAR DE ESCOPETA

Por si no lo sabeis, el motivo de mi viaje a Irlanda es el de grabar dos documentales de caza, una buena parte de mi actividad es la de escribir guiones y por eso estoy aquí.
Hoy en viajado en el tiempo, sí, en el tiempo, de hecho mientras yo estoy aquí escribiendo cuando no son las 23:30, para vosotros ya es otro día, este momento ya ha pasado para vosotros y yo lo estoy apurando todavía...me pregunto dónde he perdido esos 60 minutos, no tengo la sensación de haber perdido nada pero el caso es que no los tengo. Ha debido ser en el momento en el que el avión ha descendido, lo ha hecho atravesando un mar de nubes que cubrían completamente el reino Celta con el que he soñado tantas veces. Más que aterrizar parecía que nos sumergiamos y que, en cualquier momento, aparecería ante mis ojos la isla de Avalón.
Dalai Lama dice que hay que mirar arededor con los ojos del corazón así que no puedo contaros el viaje de otra manera.
Os hablo de caza y os cuento que es un actividad bastante masculina. No es la primera vez que formo parte de un grupo de cazadores y vuelve a suceder lo mismo. Ellos disfrutan de una manera particular el arte de la caza, a parte de entablar una especial relación con los animales a los que después abatirán, miden sus fuerzas y superan retos físicos importantes en cada jornada.
La caza o cinegética permite al hombre recrear una vuelta a su estado primitivo, volver a enfrentarse al otro en su estado natural, claro que bien protegido por ropa apropiada y armas, pero es lo más parecido a su rol ancestral.
Durante todo el día he escuchado lo dificultoso del terreno al que nos enfrentamos mañana, las muchas posibilidades que vamos a tener de que medio cuerpo nos desaparezca en un agujero lleno de agua, camuflado entre piedras y espinos, las horas que vamos a caminar, las temperaturas a las que nos vamos a enfrentar y los cambios de clima que en cuestión de horas pueden acabar con una salud fuerte. He escuchado en silencio y atenta cada uno de estos comentarios que, por supuesto, iban acompañados de miradas incrédulas hacia mi persona.
Me ha alegrado comprobar que he aprendido a callar de vez en cuando. Se positivamente que hasta mañana por la noche, una vez acabada la primera jornada de caza, después de que nos hayamos quitado de encima la humedad y los kilómetros caminados, cuando estemos relajados, hasta ese momento no me van a mirar como a una más del grupo. Hasta ese momento están preocupados por las veces que voy a querer descansar o las paradas al WC en medio del bosque que querré realizar. Mañana, si no sufrimos ningún percance, se sentirán más tranquilos.
Estamos en el Noroeste de Irlanda, tenemos la misma latitud que en Suecia, pero allí hoy tenían 30 grados bajo cero y aquí, gracias a la calidez de las aguas del Golfo de Méjico, solo llegaremos a los 4 bajo cero. Los dos primeros días cazaremos Becadas, los dos siguientes Becaditas y el viernes, palomos. Tres cazadores, dos operadores de cámara, dos perros springer y yo, a las fotos y a la letra.
Mañana se madruga, (y hay gente en España en este preciso momento que me manda a dormir, cómo os cuento todo esto si no?) y tendréis fotos.

domingo, 2 de enero de 2011

CAMINO DE SANTIAGO Juntas en el Camino


Cuánto tiempo ha pasado desde entonces, hemos hecho un camino largo pero precioso desde entonces. Hace 10 años fuimos simples amigas, pero la decisión de hacer el Camino juntos nos unió y nos cambió. Llegamos a conocernos mucho mejor, respetarnos más y dejarnos nuestro espacio. Cada una debe hacer el camino a su manera, a veces juntas, a veces por separada. Desde este primer Camino, coincidimos en la Vía Láctea dos veces más, en el 2002 en compañía de Alessandro y en el 2006 con Rosy. Y el Camino ha marcado eventos importantes en nuestras vidas: nacimiento, amor, amistad. Y ahora, 10 años después otra vez vamos a Galicia, a compartir mucho más, a disfrutar del Camino, de nosotras y de todo alrededor nuestra. Hemos tomado la decisión una vez más, sabemos la fecha y vamos a preparnos.


¡Buen camino, peregrina!


Linda

sábado, 1 de enero de 2011

EL COMIENZO DEL AÑO


CÓMO ORGANIZAR EL AÑO SIN PERDER EL COMPÁS


Amanezco el primer días del año animada por el sol que entra con fuerza, brillante, por entre los pliegues de la falda de mi ventana. En mi mesita de noche, siete libros, no está mal, pero solo me llevaré uno a Irlanda, cuando viajo me gusta ir acompañada de los pensamientos del Dalai Lama, de esa manera son dos los viajes, uno me cambia de mera ubicación, el otro calma mi alma y la ayuda a volver a mirarse en sí misma.


Este año, después del viaje a Irlanda, al monasterio budista de la Alpujarra, en mayo a Italia, y en Octubre a Santiago. En marzo estrenamos "Uvas para tres" de Pilar Barberá, rodaré un corto, dirigiré un Certamen Nacional de Cine de Mujeres, continuaré con Posivideo, trabajaré unas elecciones municipales, pondremos en marcha la revista El Caimán y cenaré en Pamplona, esto, de momento... pero si la lista ya es numerosa hoy, con el paso de los días podrá despertar más curiosidad mi agenda que este blog.


Hoy he podido pasear y tomar el sol, quiero llevarme el corazón calentito a los dos grados bajo cero que me esperan en Cork, he jugado en los columpios con mi hijo y me he visto hacer cosquillas a las palmeras. Este 1 de enero es especial, es el primer día del año X desde mi primer Camino y todo lo que en él transcurra guiará mis pasos a uno o a otro rumbo. Seguiré la ruta de las estrellas y cuando me asalte la duda, esa tenaz y persistente enemiga, respiraré, cerraré los ojos y miraré.

Buen comienzo de año a todos... voy a volar.