Adiós nº 105, marzo - abril
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¿LUCHAR POR LA VIDA O RENUNCIAR A ELLA?, INVIERNO DE CINE
El final del invierno sorprende con una cartelera con historias de
personajes incomprendidos, desamparados, desahuciados y aislados por
voluntad o a la fuerza, como son los que protagonizan las películas
tan distintas que nos traen estos cinco estrenos; Dallas Bullers
Club de Jean Marc Vallée (2013), Mejor otro día, Pascal
Chaumell (2013), 3 Days for kill, MG (2013), Les salauds,
(Claire Denis, 2013) y Miel de Valeria Golino (2013).
El emotivo viaje de Ron Woodruff o robarle tiempo al tiempo
La primera de las películas en la que nos detenemos, Dallas
Bullers Club, ampara los soberbios trabajos de Matthew
McCounaghey (Ron Woodruff) y Jared Leto (Rayon), ambos candidatos a
los Oscars después de haber sido dirigidos por Jean Marc Vallée,
realizador canadienses con reconocidos trabajos como C.R.A.Z.Y
(2005) que le han granjeado un destacado lugar en la lista de los
directores más apreciados por la crítica más estricta, si bien,
todo apunta a que su cinta puede ser la gran perdedora en los Oscars
por contar como rival con la favorita por profesionales y público,
12 años de esclavitud (McQueen, 2013).
Dallas Bullers Club muestra la experiencia vital de Ron
Woodruff, vaquero heterosexual al que en 1986 le diagnostican VIH y
le auguran un mes de vida. En su lucha contra el tiempo, no solo
cambia su ética vital si no que despierta la conciencia social en
favor de los enfermos del SIDA, consiguiendo abrirles una puerta a la
esperanza. Vallée, que se ha esforzado en conseguir una película no
encasillable ni en el género documental ni el biográfico, define a
Woodruff como un “vaquero homófobo, racista, mentiroso,
drogadicto, adicto al sexo y vicioso en todos los sentidos, un hombre
tremendamente desamparado”.
El desamparo que ha inspirado al director canadiense para contarnos
la lucha de este hombre por la vida, es el mismo que llevó a
Woodruff a defender y apoyar con convicción a los homosexuales,
colectivo al que aborrecía. Woodruff creó el “Club de los
Compradores”, un particular club de enfermos sin recursos
suficientes para acceder a los medicamentos que se comercializaban en
aquel momento en USA, medicamentos escasos e ineficaces por sí
mismos y en manos de la especulación de las farmacéuticas, del
gobierno y de los propios facultativos. Las llevaderas cuotas del
club permiten a sus integrantes contar con fármacos de contrabando.
El descubrimiento de este tráfico ilegal que prolongó la vida del
propio Woodruff seis años, despertó la conciencia social y ayudó a
numerosas personas desahuciadas.
De fin de año a san Valentín, la muerte puede esperar
La comedia Mejor otro día de Pascal Chaumell, basada en el
betseller de Nick Hornby, autor de la también exitosa novela “Alta
Fidelidad” (1995), nos presenta a cuatro ensombrecidos y solitarios
personajes que deciden poner fin a sus vidas el última día del año,
tirándose al vacío desde el tejado de un edificio en Londres. Sin
embargo, su coincidencia en el tejado les desbarata los planes.
La película cuenta con un plantel de actores de calidad, Pierce
Brosnan que interpreta a Martin, presentador de televisión casi
olvidado por el público; Toni Colette a Mauren, una madre soltera
con un hijo discapacitado; Imogen Poots a Jess, una adolescente
conflictiva y Aaron Paul a “JJ”, un músico obligado a trabajar
como repartidor de pizzas para subsistir.
La necesidad de cada uno de ellos de lanzarse al vacío y acabar con
la que creen la peor de las vidas vivibles se desvanece con el
instinto humano de salvar la vida de otra persona. Así, en un
intento de evitar el suicidio del desconocido o desconocida que
tienen frente a sí, cada uno de ellos se olvida, por un momento, del
por qué se encuentra allí.
Postergar el suicidio, que ya sería colectivo, hasta el día de san
Valentín, les da margen para intentar solucionar los problemas del
suicida potencial que tiene al lado cada uno de ellos. El cambio de
circunstancias les obliga a salir del cautiverio de la autocompasión
en la que se habían confinado voluntariamente. La aventura que
emprenden y el compromiso que conlleva les permitirán resolver, a la
par que los del resto del grupo, los problemas que les llevaron a
coincidir en fin de año en aquel tejado.
De este modo, una historia que comienza presentándonos a cuatro
personas que no encuentran un motivo por el que mantenerse aferradas
a la vida, termina siendo un alegato a la amistad y al vivir, con
diálogos sencillos, tintes de humor que iluminan el melodrama
subyacente e interpretaciones creíbles y mucho más que correctas.
Matas o mueres
Así de tajante es el ultimátum de sus superiores que recibe Ethan
Runner (Kevin Costner), un agente del servicio secreto
norteamericano, afectado por una enfermedad terminal. A escasos meses
del final de su vida, el agente Runner es seleccionado para una
peligrosa misión encaminada a detener a uno de los terroristas más
peligrosos del planeta. Prácticamente una acción suicida pero que
implica la mayor recompensa a la que el agente podría aspirar, un
medicamento experimental que podría devolverle la esperanza de
vivir.
Matar para sobrevivir y poder tener una segunda oportunidad
recuperando la relación perdida con su esposa y su hija adolescente,
con quienes no convive desde años. La película, dirigida por MG,
autor entre otras de Terminator Salvation (2009), no ha
conseguido el beneplácito de la crítica, a pesar de Costner y de
que la historia esté firmada por Luc Besson.
Familia, abandonos, abusos y violencia
Otra cinta mal recibida por la crítica es la de la cineasta francesa
Claire Denis, Les salauds (los bastardos). Vincent Lindon
(Marco Silvestri) y Chiara Mastroiani (Raphaelle) protagonizan este
último trabajo de la directora gala en cuyas películas nunca hay
lugar para la felicidad. Arranca la película con un fundido a negro
y un suicidio, sin avisos, sin motivos y con la fuerte violencia que
conlleva toda inmediatez inesperada, la muerte del cuñado del
protagonista, Silvestri. Esta muerte, de la que su mujer acusa al
despiadado empresario, Edouard Laporte, llevará a Silvestri a urdir
una venganza por la que conocerá a la amante del empresario, la
joven Raphaelle.
Apoyando las características elipsis en el cine de Denis, un
entramado de violencia, corrupción y abuso de poder, tejen la trama
argumental de esta oscura y dura historia. La vuelta de un marino,
aislado voluntariamente de su familia, para vengar la muerte del
cuñado, una muerte que si bien se irá explicando a lo largo de la
historia y es la causa y detonante de cada uno de los movimientos de
los protagonistas, nunca quedará del todo aclarada.
Muerte asistida
La conocida actriz italiana, Valeria Golino (Rain Man, Barry
Levinson, 1988) firma Miel, considerada ya como una de las
mejores películas italianas de los últimos años. Golino dirige un
canto a la dignidad del ser humano, al derecho a decidir qué hacer
con la propia vida, a la solidaridad. Una mujer de 32 años palia su
soledad entregada en ayudar a quienes lo necesitan por problemas de
salud física o psíquica, procurando que su sufrimiento no se
prolongue, incluso cuando estas personas adoptan decisiones límites.
Su capacidad de entrega y comprensión le llevan a trabajar ocultando
su identidad tras el mote de “Miel”. Su encuentro con Grimaldi,
interpretado por un excelente Carlo Cecchi (Belleza robada,
Bertolucci, 1996), un anciano de 70 años, con una estupenda salud
pero con un mal escondido, la llevará a replantearse su papel en
este juego de ayudas e incluso su propia actitud vital.
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