INQUIETARTE/INQUIETA
Teatro Olimpia Villa del Río (Hacer click para ver imagen completa)
1 de diciembre de 2014 (publicado en http://www.inquietarte.es/ampliab.php?id=645
INQUIETAS/ Yolanda Cruz - Así fue el "Taller VisualízaMe" con los jóvenes de Villa del Río, Córdoba
Por tercer año
consecutivo, una selección de cortometrajes participantes en el
festival de cortometrajes VisualízaMe,
Audiovisual & Mujer que organiza Fundación Inquietarte, completa
el programa de actividades con las que el Ayuntamiento de Villa del
Río ha celebrado
el día internacional contra la violencia machista, manifestando
su rechazo a esta lacra social.
Y
si en en las dos primeras visitas de VisualízaMe
a la localidad cordobesa en
el teatro Olimpia se dieron cita colectivos culturales y asociaciones
de mujeres, además de público en general, en esta tercera visita,
los destinatarios han sido los más jóvenes, estudiantes de ESO.
Más de 170 alumnos y alumnas del instituto Nuestra Señora de la
Estrella y del colegio
concertado, Divina Infantita,
se han acercado a la realidad
de la Violencia Machista y
a sus consecuencias a través
de las miradas de varias realizadoras y de realizadores cuyos
trabajos han participado en la IV edición del festival. Así, se han
proyectado los cortometrajes
“¡Calle!”
de Sara Esteban y
María Olalla Olea (2013), “Insania”
de
Daniel
Diosdado (2013), “Entre colegas” de
Mabel
Lozano (2014), “Al otro lado de la puerta” de
María
Soriano Rodríguez (2013), “Asesinos ¿dígame?” de
Raquel
Polo (2013),
“María”
de
Mónica
Lairana (2013),
Premio al Mejor Cortometraje de Ficción IV VisualízaMe,
“Moiré”
de
Juancho
Bañuelos y
Estefanía Cortés (2014),
y el
cortometraje “Mi tatuaje”, de Cristina
Lafuente Echevarri (2012),
producido
por Fundación Inquietarte.
La
violencia machista se muestra a través de estos trabajos desde
distintas perspectivas; Sara
Esteban y
María Olalla Olea critican
la “sordera y ceguera” voluntarias y cómodas con las que, a
entender de las realizadoras, parte de los sociedad se evade de la
obligación moral de ayudar a las víctimas de la violencia machista,
“¡Calle!”, denuncia la deshumanización social que en cortos
como en “María” de Mónica Lairana se extrema hasta llegar a
mostrar una animalización de las víctimas a manos de, en este caso,
de sus explotadores, para denunciar el cada vez mayor número de
mujeres objeto de trata, sometidas a esclavitud sexual. La
esclavitud sexual y la prostitución también es el argumento central
de “Entre
colegas” (2014) de
Mabel
Lozano, en
este caso como argumento de debate entre estudiantes tanto de
instituto como de universidad.
(Hacer click para ver imagen completa)
La
violación está presente en dos de los cortometrajes proyectados;
“Insania”
(2013)
de
Daniel
Diosdado y
“Al otro lado de la puerta” (2013) de
María
Soriano Rodríguez. Ambientados
en épocas diferentes, la actualidad y la posguerra, presentan algo
en común, en sendas historias, las víctimas abandonan la actitud
pasiva de la “reacción” ante la agresión para actuar, para ser
agentes activos e impedir la consumación del delito.
Las
víctimas colaterales de la violencia machista tiene eco en cortos
como “Moiré”
(2014) de
Juancho
Bañuelos y
Estefanía Cortés, en
el que un niño de unos 10 años crece sin la posibilidad de que se
le permita la exploración de su sexualidad y la búsqueda de su
identidad, en un cotidianidad costumbrista en la que todo gira
alrededor del cabeza de familia, el abuelo, déspota y autoritario,
del que su madre y su abuela lo esconden.
La
normalización social de comportamientos y actitudes machistas,
entendidos como los primeros estadios de una potencial violencia
machista empiezan a dejarse sentir en la población más joven, entre
chicos y chicas de 15 a 16 años. El concepto de propiedad en la
pareja y la desigualdad que este genera entre los miembros de la
pareja es tema cuyo debate facilitó el cortometraje “Mi
tatuaje”, de Cristina
Lafuente Echevarri (2012).
Y
la
normalización
pero
llevada
al límite es
lo que propone Raquel Polo en su transgresor trabajo “Asesinos
¿dígame?” (2013).
Deshumanización
y normalización
que provocarían
el cambio de rol para los maltratadores que abandonarían
su papel
de verdugos para
ser las víctimas.
Del
debate que siguió a la proyección de cada uno de los cortos se
desprenden algunas conclusiones que no dejan de ser alarmantes;
los jóvenes tienen asumidos roles de
pareja que
les inducen a actuar de modo dominante a ellos y complaciente a
ellas, comportamientos dañinos ambos y motivados por la inseguridad
que les genera el otro, el temor a su abandono.
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Tales
testimonios
fueron
compartidos por algunos
de los
jóvenes camuflados de
bromas, por
turnos abucheados
por el sexo contrario y jaleados por el propio. Los
roles y comportamientos imitados por los jóvenes no son solo los que
pueden ver en sus respectivas casas a través de la relación que
mantienen
sus progenitores entre
sí o con ellos, o
cualesquiera otras figuras referentes. Los productos audiovisuales
que consumen, principalmente series de TV y Reality
Shows,
son los soportes a través de los que estos jóvenes reciben los
modelos
a seguir. La
escasa o nula educación audiovisual que padecen los mantiene en el
grupo de espectadores receptores pasivos sin capacidad de reflexión
ni, por consiguiente, de autocrítica.
La
toma de conciencia de lo condicionado de su comportamiento, debido
precisamente a la inconsciencia con la que consumen estos productos
audiovisuales, ha sido uno de los objetivos alcanzados con la
proyección, así como la “re-catalogación” de algunos de sus
comportamientos a la hora de relacionarse con el sexo contrario, no
entendidos hasta ese momento como comportamientos machistas, ni por
los chicos ni por las chicas.
Experiencias
didácticas como esta me
llevan a concluir en la urgencia de incluir la alfabetización
audiovisual en
la educación para
colaborar en el correcto
desarrollo cognitivo de niños y adolescentes, que
les permita crecer a la par que lo hace la educación
de su mirada.
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