Adiós - Marzo 2013
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ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE, DE ENTERRADOS VIVOS Y
MUERTOS QUE QUIEREN DEJAR DE SERLO, PRIMAVERA DE CINE
Durante el mes de marzo y abril
llegarán a la cartelera dos coproducciones europeas y una norteamericana en las
que los límites entre la vida y la muerte parecen depender exclusivamente de la
voluntad de los vivos y muertos. Los
últimos días (Alex y David Pastor 2012), In darkness (Agnieszka Holland, 2011) y Memorias de un zombie adolescente (Jonathan Levine, 2012). Cine
apocalíptico, drama y comedia, tres géneros diferentes para proponer una
reflexión sobre los límites entre la vida y la muerte, en dos de los casos,
psicológicos y surrealista en el tercero pero siempre traspasados por los
protagonistas armados, únicamente, con su férrea voluntad.
Vivir enterrados en nichos de cristal
Los hermanos catalanes, Alex y
David Pastor, estrenan el segundo largometraje que codirigen juntos, Los
últimos días (2012) este mes de marzo. La trayectoria de ambos parte de la
realización de cortometrajes. Alex rodó en Estados Unidos Entre la multitud (2001) y Morrie
(theater) Hero (2002) y ha ejercido de guionista en series de televisión
como Al filo de las leyes y El barco. Mientras que David ha desarrollado
su producción cortometrajística en España, La
ruta natural (2004) y Peace maker
(2006). Sería precisamente La ruta
natural, corto con el que estuvo nominado a los Goya y obtuvo un
considerable éxito en el festival internacional de Sundance, el que les abriera
las puertas estadounidenses para codirigir su primer largometraje en USA Carriers (Infectados) (2009).
Los hermanos Pastor ahora escogen
su ciudad de origen, Barcelona, para ubicar su segundo largo, una película de
género apocalíptico que continúa con el tema de Infectados, las epidemias globales. Una mañana los habitantes de la
Ciudad Condal despiertan víctimas de una epidemia de agorafobia que les impide
abandonar sus hogares por miedo a morir en el exterior. Una visión
postapocalipsis al estilo de El ángel
exterminador (Luis Buñuel, 1962) que obliga a los seres humanos a auto
enterrarse en sus nichos de cristal para mantenerse vivos.
Los protagonistas son Quim
Gutiérrez, José Coronado, Marta Etura y Leticia Dolera. Gutiérrez encarna a un
oficinista apocado que, tras los primeros días de aturdimiento postepidemia, se
supera a sí mismo lanzándose a la calle en busca de su novia, embarazada,
(Marta Etura), desaparecida en la otra punta de la ciudad. Una metáfora de
superación de una clase social encerrada en sí misma.
La cinta, rodada íntegramente en
Barcelona y en el Parc Audiovisual de Catalunya, ha contado con un presupuesto
de cinco millones de euros y la coproducción de Morena Films, A3 Flims,
Rebelión terrestre, TV3 y la francesa Les films du lendemain.
La vida en las cloacas
La directora polaca Agnieszka
Holland, autora entre otras películas de Actores
provinciales (1978), ganadora del Premio Fipresci en Cannes un año después,
Amarga cosecha (1985) nominada a la Mejor Película en habla no inglesa
para los Oscar o Europa, Europa
(1990), ganadora del Globo de Oro y candidata al Oscar al Mejor Guion, presentó
en la 56 Semana Internacional de Cine de Valladolid en el otoño de 2011 su
última película, In darkness (2011),
si bien la cinta no se estrena hasta este mes de marzo.
Se trata de una coproducción
alemana, polaca y canadiense, cuyo argumento está basado en hechos reales. Los
abusos y el genocidio judío centran la trama de esta historia que tuvo lugar en
1943 en la localidad polaca de Lvov. Soha y su socio Sczepek, dos delincuentes
que se dedican al pillaje en el mercado negro, aprovechándose de la situación
de pobreza y necesidad en la que tiene inmersa a su ciudad la ocupación alemana,
acabarán siendo los benefactores, principalmente Soha, de un grupo de judíos
que, escapados de un campo de concentración, buscan refugio en las cloacas.
En circunstancias adversas, la
selección natural puede ser devastadora. El grupo de judíos que logra escapar
del campo a través de un túnel, es la élite judía de la ciudad, cuyos hijos
acabarán naciendo en la oscuridad, entre ratas y jugando con ellas, bajo la
protección de un integrante del último eslabón de la cadena social, un
delincuente de poca monta. Lo que, en principio, solo es una operación
comercial, para ambas partes terminará siendo una relación de solidaridad y
cariño. La no vida en las cloacas para
evadir la muerte segura que les espera en la superficie. La certeza del
obligado sacrificio de unos pocos para salvar la vida del resto.
La bella y la bestia, el muerto y la viva
El joven director estadounidense,
Jonathan Levine, especializado en los géneros de terror y comedia con títulos
como Seducción mortal (2007), Ecos en la oscuridad (2008), The wackness (2008), con la que obtuvo
el Premio del Público en Sundance y 50/50
(2011), estrena ahora una comedia romántica con pinceladas de terror, Memorias de un zombie adolescente (2012)
una propuesta en la línea de la saga Crespúsculo aunque con los géneros más
marcados.
El zombie “R” (Nicolas Hault) se
enamora de Julie (Teresa Palmer), una chica viva y, para evitar que otros
zombies puedan acabar con ella, la secuestra. Desde La bella y la bestia (Jean
Cocteau, 1946) a Átame (Almodóvar,
1990) el motivo de amor entre seres distintos de los cuentos tradicionales y el
síndrome de Estocolmo no han cesado de ser un argumento recurrente en la
producción fílmica. De una manera del todo previsible, durante el secuestro, la
bella viva logrará tocar el alma de la bestia y el amor se instala en los
corazones de ambos con idéntica intensidad. De ahí que, tras la fuga de ella
para volver al reducto en el que se refugian los pocos seres vivos que quedan,
el joven “R” irá cambiando sus modos y costumbres para intentar emular en todo a un adolescente
vivo y así pasar desapercibido en un mundo en el que los no muertos no tienen
cabida, por amor.
La única salida para esta
estrambótica historia de amor es la voluntad de un no muerto para regresar al
mundo de los vivos en busca de su amada, una aventura tan peligrosa como la de
Dante ya que bajar a los infiernos o regresar de ellos puede ser igual de
pernicioso para quien se atreve a cruzar la frontera de lo imposible.
… Goya y el mar
María Belón, la superviviente del
tsunami que asoló las costas de Tailandia en 2004, y en cuya historia se basó
Juan Antonio Bayona para escribir Lo
imposible (2012), tras recibir la estatuilla del Goya al Mejor Director de
manos del propio Bayona, anunciaba su intención de arrojarla al mar en memoria
de las 230.000 víctimas que el tsunami se cobró en Indonesia.
Sin precisar cuándo ni dónde,
Belón se mostraba segura de una decisión que cierra el círculo perfecto de la
historia. El propio Bayón ha declarado que el argumento vino del mar y que con este
gesto de María, no hace sino regresar a él. Muy pronto, la preciada estatuilla
pasará a formar parte del propio relato, reuniéndose en el fondo del mar con
las miles de historias que en él vieron su final. In Memoriam.