El bello suicidio o la resistencia en un invierno de cine
La lucha a muerte por mantener una vida y los
múltiples intentos por desprenderse de ella son los argumentos de dos de las
películas que durante estos dos meses han llegado a la cartelera, Declaración de Guerra de Valérie
Donzelli (2011) y Bellos suicidios de
Rafael Gordón.
El director de cine y autor teatral, Rafael Gordón
(Madrid, 1946) se apoya en el subgénero de “docu-ficción” para tratar el tema
del suicidio. Después de dos décadas dedicadas a la escritura, dirección y
producción de cortometrajes, Gordón rodaría su primer largo en 1978 Tiempos de constitución, a éste le
siguieron La reina Isabel en persona
(2000), Teresa, Teresa (2003) y La mirada de Ouka Leele (2009), nominada
a los premios Goya como Mejor Documental. En Bellos
suicidios, Gordón emplea las técnicas del documental para el rodaje de un
juego de secuencias que, pudiendo devenir en el texto fílmico de manera
individual e intercambiable, encuentran su unidad en un instante repetitivo que
utiliza toda su simbología para reafirmar la coherencia de esta historia coral,
se trata de la imagen que sirve de cartel al filme, una suerte de laberinto de
nichos que nos enmarca claramente en el argumento central, la muerte y la vida.
En España, a diario tienen lugar una media de 9 suicidios,
eso supone la muerte de más de 3000 personas al año, lo que convierte al
suicidio en la segunda causa de muerte entre personas de 16 a 25 años. Las
protagonistas de Bellos suicidios son
algo más mayores. Se trata de Ana, Virginia y Silvia, tres mujeres cuyos nombres
reivindican los personajes y recrean las angustias y miedos de Karenina, Wolf y
Plath. Este no es el único intertexto que se permite el director. La película
plantea una estructura cíclica. Empieza, al igual que finaliza, en un
cementerio, y si bien en el tratamiento del tema, Gordón, también guionista, no
emplea paños calientes, es cierto que preludia con toda una declaración de
intenciones a través de las palabras de John Cassavetes “puedes vencer el miedo
con humor, con dolor, con honestidad, valor, intuición y con el amor en el
sentido más sincero de la palabra”, para permitirse un guiño a la esperanza.
La película se desarrolla en un centro al que
acuden a una terapeuta las tres protagonistas cerrándose así el cuarteto de
mujeres que representan un personaje colectivo, la mujer, y al que dan vida las
actrices Violeta Brazhnikova, María José Serrate, Arantxa Martínez y Teresa
Soria Ruano. El espectador asiste a esta terapia y asiste al desnudo íntimo de
cada una de esas mujeres, presas en unas vidas vacías que las han dejado, según
palabras del director, “quebradas por dentro y perdidas en una existencia sin
sentido”.
Las tres han vencido al suicidio pero no a la
sociedad por las que se han visto abocadas a él y a la que se niegan a
adaptarse. La cinta trata de la fragilidad del ser humano, del estrecho e
ínfimo puente que uno los opuestos conceptos de felicidad y desdicha. Mientras
la crítica tilda la cinta de Gordón de experimental y surrealista, él mismo
asegura realizar “un cine humano, para humanos sensibles”.
La fuerza que las tres heroínas de Gordón invierten
en desprenderse de sus vidas es la misma que lleva a Romeo y Julieta,
protagonistas de Declaración de guerra
a enfrentarse al destino viviéndolo, retándolo en batalla en lugar de escapar
de él. La cinta francesa, la segunda que dirige, además de interpretar, Valérie Donzelli (Épinal, 1973), inauguró la
Semana de la Crítica de Cannes en 2011, ha estado a punto de representar a
Francia en la carrera de los Oscars y triunfó en la 49 edición del Festival de
Cine de Gijón, consiguiendo Ex Aequo el premio a la Mejor Película, junto con El estudiante de Santiago Mitre, además
de los dos máximos premios a la interpretación tanto para Donzelli como para el
actor Jéremié Elkain, coguionista de la cinta.
Declaración
de guerra es una historia de amor al más puro estilo de la Nouvelle Vague,
una historia de amor entre un hombre y una mujer, Romeo y Julieta, que se verá
transformada en una historia de lucha cuando se enfrenten a su destino, la
enfermedad terminal de su hijo de 18 meses, Adam.
La cinta es autobiográfica, tanto Donzelli como
Elkain, pareja en la vida real, se enfrentaron hace unos años a la misma
situación, lo cual convierte este trabajo en una suerte de catarsis o de
exorcismo vital que, lejos de hacer de ella carne de cañón para un largometraje
melodramático, permite a ambos autores realizar una película optimista y vital
partiendo de un hecho trágico, el tumor cerebral que afecta al pequeño
Adán. La película, en la que se dan la
mano el género musical y el fantástico, quiere asomarnos al momento vital en el
que un mortal renuncia a serlo asumiendo un papel de héroe en pie de guerra por
lo que habrá de pagar un alto precio.
Romeo y Julieta, se conocen en una fiesta y en ese
primer encuentro ya se preguntan si sus nombres les obligarán a vivir un
trágico final. Del amor despreocupado que muestran por las calles de París
pasarán de golpe y sin respiro al mundo adulto y se sorprenderán a sí mismos y
a sus progenitores por la fuerza, fe y valor con los que se enfrentan al
destino. Desde el principio de la cinta, narrada con voz en off en Flash Back
el espectador conoce el final y la directora consigue que, pese a saberlo, quede
preso de la realidad de las escenas y que la historia se repita irresoluta con
cada pase, un destino sin concluir. Está
rodada en escenarios reales, en varios hospitales públicos, alguno de ellos
donde Donzelli y Elkaim vivieron su particular lucha por su hijo y cuenta con un
elenco de actores secundarios que, en su mayoría, se interpretan a sí mismos,
especialmente el cuerpo médico. A esto se suma el uso de la luz natural y el sonido directo, elección
de la directora “para no distraer al público de lo verdaderamente importante”.
… Y SE ALZA EL TELÓN
La adaptación teatral del best seller El tipo de la tumba de al lado de la
escritora noruega, Catarina Mazetti, se ha estrenado el día de San Valentín en
el Teatro Goya de Barcelona, después de
un año y medio de éxito en los escenarios franceses. La versión española se ha
llevado a cabo bajo la dirección de José María Pou, quien a su vez en director artístico del Teatro Goya.
Pou ha contado con los actores Maribel Verdú y Antonio Molero para dar vida a
Laura, una viuda e intelectual urbanita y a Pablo, un granjero bonachón y
provinciano que se conocen en el cementerio mientras cada uno de ellos cuida de
la tumba de sus seres queridos fallecidos recientemente. En el caso de Laura,
su marido, y en el de Pablo, su madre. Tanto Laura como Pablo, pese a sus
diferencias, se sienten rápidamente atraídos el uno por el otro e inician una
relación más basada en la necesidad de ahuyentar soledades que en el amor.
Las diferencias culturales, sociales y económicas
entre ambos generarán conflictos que terminarán por poner a prueba la capacidad
de sacrificio de cada uno de los dos. El tipo de la tumba de al lado es una
historia de amor y de segundas oportunidades, mejor o peor aprovechadas por los
protagonistas. Dos vivos con el corazón y las ilusiones muertas que intentan
escapar de la realidad, simbolizada en ese cementerio y en las tumbas que
cuidan en él. Tanto Laura como Pablo quieren escapar de su propia muerte a la
que han visto empezar en la muerte de las personas a las que querían y
aceptaban como referentes. Pou adapta
la obra, que transcurre en 22 escenarios
diferentes, para que sus dos únicos protagonistas la recreen solo en un campo
santo alejado de los tópicos góticos, hierba artificial y mucho sol para
invitar a la pareja a no renunciar a la vida hallada entre la muerte.
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